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Jerez

Dobles halos de nostalgia

¿Qué sería de ese barrio, tan nuestro, sin esas tres Hermandades de Penitencia? ¿Qué serían de otros muchos rincones de la ciudad sin las Hermandades? ¿Y todavía algunos se preguntan qué se hace con el dinero de los palcos?

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Dos halos de nostalgia me recorren en la Madrugada y tarde del Viernes Santo. El uno es la despedida, aunque este domingo procesione la Resurrección, porque si El no hubiese resucitado nada de esto tendría sentido, hasta el año próximo y el otro me llega cuando me doy de cara con El Gitano de La Plazuela, con la Hermandad del Cristo, que es como darse de cara con Jerez, al igual que uno se da de cara con el Jerez de siempre cuando escucha las saetas en calle Larga mientras avanza, a golpe de horquilla, el misterio del Nazareno que da nombre a la Noche más grande de la ciudad. El contraste de estas dos cofradías me hace soñar con lo que fue antaño la Semana Santa de mi pueblo y que, quizá, no me dejaron ver aquellos que optaron por la Carrera Oficial y por mirarse en el espejo de la cercana Sevilla. Claro que, por otra parte, hay que agradecer que esa opción de los Juan de Mata, Martínez Arce y otros nos deje ver los brillos de una Semana Santa que va creciendo en número de nazarenos -¡ay si esos nazarenos también se  cobijasen durante el año en las iglesias y en las casas de hermandades, a lo mejor los templos estarían llenos y en las sedes habría muchísima más vida interna!- en orden, en los exornos, en el desarrollo de las hermandades y hasta en el respeto de la gente, con las excepciones que no hacen sino confirmar la regla. Unas reglas, por cierto, que hablan de cambios en nuestra Semana Santa con la llegada de las hermandades del Jueves y Sábado de Pasión. Será el reto del nuevo consejo de la Unión de Hermandades que vendrá en pocos meses, ya que esta ha sido la última Semana Santa del presidido por Pedro Pérez, al que hay que agradecerle los servicios prestados y también la recuperación de esa Plaza de la Asunción, antigua de Escribanos, que jamás de los jamases se puede volver a perder. Como no se debe perder la mirada sobre el barrio de San Mateo, tan desolado a diario y tan lleno en esa jornada del Martes y del Miércoles Santo gracias a los cortejos de Los Judíos, Santa Marta y Tres Caídas. ¿Qué sería de ese barrio, tan nuestro, sin esas tres Hermandades de Penitencia? ¿Qué serían de otros muchos rincones de la ciudad sin las Hermandades? ¿Y todavía algunos se preguntan qué se hace con el dinero de los palcos? Que pregunten en  las parroquias, en las collaciones, en colegios y que pregunten también a doradores, escultores, tallistas, floristas....

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