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Cádiz

"El secreto está en dejarse herir por el dolor del otro"

Sergio Godoy puso en marcha la Ciudad de la Esperanza para sacar de los vertederos a los niños. Cádiz fue la primera ciudad española en tenderle una mano

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Hay personas que tienen el don de removerte las entrañas en cuestión de minutos. Las tripas, la cabeza y la conciencia. Y ese es el caso del padre Sergio Godoy, un misionero nacido en Cobán (Guatemala) que impulsó hace 16 años un proyecto llamado Ciudad Esperanza para sacar a los niños de los vertederos y basureros de su país. Tiene a Cádiz como su segunda casa, donde presenta ‘Montaña de basura’, una publicación donde recoge a través de pequeñas historias la vida del otro lado del charco. Son relatos breves con personas reales, historias con las que trata de narrar “mi propia experiencia de vida en el proceso de acompañamiento de los vecinos que se encuentran en condiciones de vulnerabilidad”. Este jueves se presenta a partir de las 20 horas en la Fundación Cajasol. Publicado por la editorial Freshbook puede adquirirse por Amazon y con esos 12 euros se colabora con ese gran proyecto que lidera el sacerdote Sergio Godoy.  Con ese libro pequeño “puede que no alcancemos récords de ventas, pero sí que puede ser útil pàra sensibilizar a las personas sobre la realidad que se vive en el tercer mundo”. El padre Godoy quiere “abrir las ventanas a la vida de esta gente pequeña que nos da grandes lecciones de vida. Este libro es como para beberlo a sorbos”.

Ser mujer, madre, indígena es casi como uno de los grandes pecados. El sistema de una sociedad patriarcal no le da voz ni capacidad de decisión a las mujeres y eso hay que cambiarlo

Sergio Godoy con los niños.

Estas personas en situación de vulnerabilidad son uno de los “espacios ignorados por el Estado y muchos grupos sociales”. No hay un dato exacto de los vertederos y el número de personas y sus condiciones de vida. Estos “hombres, mujeres y niños son los grandes invisibles de nuestra sociedad. Se tienen que ir a los vertederos para subsistir. Me golpeó el primer día que lo ví y a día de hoy me sigue golpeando ver cómo dependen de lo que logran pescar de la basura para tener el sustento diario”. Son tales sus condiciones de vida en Guatemala que no llegan siquiera a cubrir el costo de la “canasta básica de cada día, que viven con menos de un dolar al día, máxime cuando la canasta básica está muy por encima de estas posibilidades”.


Uno de los grandes problemas de la pobreza extrema que crece en Guatemala y que empuja a la gente a ir a un vertedero es “la corrupción, que sale por las ventanas del Estado. Se habla de un ‘narco-estado’ por los profundos vínculos entre políticos, narcotraficantes y entes económicos”. La corrupción hace imposible “la inclusión social de estas personas. No hay escuelas, los niños no pueden ir con normalidad, no hay seguridad alimentaria, ya hay más de una generación comprometida por la malnutrición”, que limita el desarrollo de estas personas.

El padre Godoy lleva adelante el proyecto Ciudad de la Esperanza, encargado del acompañamiento de 450 niños y jóvenes en condiciones de vulnerabilidad social. “Es un centro de formación integral, que les permita la inclusión social a través de la educación como eje central, pero también fortalecida por garantizar lo que les niega el Estado: el acceso a la salud, a la atención psicológica, a la formación profesional para que tengan un plus en el mercado laboral”, explica el padre guatemalteco. Estos niños pueden disfrutar de esta Ciudad desde la guardería hasta Bachillerato.En sus 16 años e historia ha habido temporadas con mucha carencia para defender los derechos humanos y denunciar los abusos contra los más pobres.

Apenas pueden cubrir sus necesidades básicas.

Para el funcionamiento de “esta locura” cuenta con un equipo multidisciplinar. “El encuentro con los niños del basurero me cambió la vida, se volvió para mí como una exigencia moral que me llamaba desde el lugar”.

Para el padre Godoy Cádiz es su segunda casa. Conoce lo que ocurre en la ciudad con las personas sin hogar, con el desempleo, y se muestra sorprendido con la capacidad de respuesta de la estructura del Gobierno local, de la iglesia y de la propia sociedad ante esta situación porque “ustedes están muy sensibilizados en este sentido, en cambio, en Guatemala, estamos tan acostumbrados a sufrir que nos hemos habituado al paisaje y preferimos no mirar hacia donde está el dolor”. Sólo hay que imaginarse a alguien que recolecta plásticos y ver cómo se bebe el último buche de una botella de refrescos. Sólo con eso, ya uno puede darse de bruces con esa cruel realidad.

Los vertederos de Guatemala.

Trabajo

Dentro de la formación de estos chicos del basurero tienen como novedad el programa de deportes, con la colaboración de la Fundación Olímpica Guatemalteca, donde pueden ver que son capaces de “destacar en algo que ni siquira imaginaban, así como pueden tener otra perspectiva distinta a su micromundo”.

También a través de la Ciudad de la Esperanza se está trabajando en el desarrollo de actividades que capaciten a la mujer, realizando pequeños emprendimientos. “Ser mujer, madre, indígena es casi como uno de los grandes pecados. El sistema de una sociedad patriarcal no le da voz ni capacidad de decisión a las mujeres y eso hay que cambiarlo”.

Hay que cambiar el papel de la mujer.

Para este sacerdote guatemalteco el “secreto está en dejarse herir por el dolor del otro porque mientras no duela, no podemos ser ni hermanos ni compañeros de camino”.  

Tiene mucho cariño a la capital gaditana, a la orden marianista, porque Cádiz “fue la primera ciudad en acogerme tras poner en marcha la Ciudad de la Esperanza, y a partir de ahí nos tendieron la mano Fundación Esperanza, Manos Unidas y otros colectivos”.

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