Como cada 16 de julio la Alameda se convirtió en el principal foco de atención de la ciudad, porque salía Ella, la Estrella de los Mares, patrona de los marineros, la Reina del Carmelo. A las 20 horas partía de la Iglesia del Carmen el nutrido cortejo que acompañaba a la Santísima Virgen del Carmen, compuesto por decenas de hermanos (entre los que había un grupo bastante numeroso de niños vestidos de teresianos), miembros de la comunidad parroquial, representaciones de la hermandad del Prendimiento y los frailes carmelitas entre los que se encontraba en flamante nuevo párroco, el padre Ángel Norberto Palomino.
Una Alameda que se puso de bote en bote, como es tradicional, para deleitarse con la bella Señora de la capa blanca, que volvió a salir a los sones de la marcha 'Coronación de la Macarena', perfectamente interpretada por la Sociedad Filarmónica de Nuestra Señora de la Oliva de Salteras. Inmediatamente después, empezó a sonar 'Reina del Mar', la composición más característica de la Reina del Carmelo de cuantas se pueden escuchar en su exquisito repertorio.
El paso de palio lucío exornado con los habituales gladiolos y nardos, pero no fueron las únicas flores que rodearon a la Reina del Mentidero, ya que a su paso por la calle Ceballos, el grupo joven de la Hermandad le dedicó una densa petalada, dejando una estampa inolvidable, como también lo fue el paso de la Virgen por las Hermanas de la Cruz y por la esquina de Benjumeda con Zaragoza. Allí, delante del azulejo con la imagen de Nuestro Padre Jesús del Silencio de Córdoba, la Banda empezó a tocar la marcha 'Saeta Cordobesa', en un claro guiño a esa imagen gaditana que por diversos motivos terminó procesionando en la Semana Santa de Córdoba.
La adaptación a banda de música del Himno de la Coronación se pudo escuchar en la Plaza del Mentidero y en la recogida, como broche de oro a una salida excepcional.
