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Adiestran rapaces para ahuyentar aves que interfieren en los vuelos

Halcones o águilas tienen como misión evitar que otras aves invadan las pistas.

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Orca y Morla son algunos de los halcones que, junto a las águilas Lissy y Boing, vigilan diariamente el Aeropuerto de Málaga, al igual que hacen otros de su especie en más aeródromos, con la misión de que ningún ave invada las pistas durante el despegue y aterrizaje de los aviones.

Se trata de un servicio basado en la cetrería que la consultora ambiental Gestión de Fauna ofrece a este recinto aeroportuario así como al de Jerez de la Frontera (Cádiz) y que consiste en adiestrar rapaces para que realicen vuelos preventivos y expulsen a la avifauna invasora.

El responsable del equipo, formado por seis especialistas entre ornitólogos, biólogos y técnicos medioambientales, es Francisco Llopis, que explica que los halcones y águilas que utilizan “provienen todos de criaderos homologados”.

La consultora cuenta también con Beckham, un perro de muestra cuya función es señalar a las aves intrusas cuando se quedan rezagadas o cuando no tienen la ventaja suficiente para salir de su escondite, y la combinación de éste con el halcón hace, según Llopis, que “la eficacia sea casi del cien por cien”.

La rutina diaria de estas rapaces consiste en realizar simulacros donde tienen que perseguir un señuelo, un ejercicio que, según el experto, los mantiene en forma y genera en ellos la actitud de un “buen halcón”.

“Sirve como punto de marcaje, y también de entrenamiento”, apunta el responsable, que aclara que si entran en el recinto algún pájaro, se suelta al rapaz y antes de interceptar la presa es llamado por sus adiestradores, sin llegar a darle muerte y minimizando de esa forma las bajas.

TÉCNICAS UTILIZADAS

El equipo de Francisco Llopis usa tres técnicas para este fin, como la altanería, en la que el halcón sobrevuela con una altura de hasta un total de 200 metros a la espera de que aparezca algún ave en su radio de acción, algo que si ocurre provoca que éste se lance en picado con una velocidad que alcanza los 200 kilómetros por hora.

Los otros dos métodos utilizados son el bajo vuelo y el mano por mano, en las que el halcón sale del puño de su adiestrador con un objetivo, que es el de acosar a una presa o atacarla para volver a su origen.

Llopis matiza que cada uno de sus pájaros vuela con un emisor, un aparato que se le coloca antes de emprender el vuelo y que indica la dirección donde se encuentra en función de sus movimientos.

A diario, los halcones se pesan y en función del trabajo que se les exija, se le asigna una dieta u otra, algo en lo que también influyen factores como la temperatura ambiental o la época del año.

“Nosotros interferimos en su conducta a través de su peso”, dice Llopis, de forma que una variación de 5 ó 10 gramos puede cambiar su comportamiento.

De esta manera, si el rapaz debe ser más agresivo y osado porque hay otras aves en las pistas de aterrizaje o despegue, se le da una menor cantidad de alimento, y si por el contrario no es necesario que el pájaro esté alerta, la ingesta que se le da aumenta.

Los halcones y águilas prestan su servicio durante dos ó tres meses y descansan otros tantos, ya que el nivel de exigencia “es alto”, como recalca Llopis, que desvela que “todos los días” los revisan dentro de un estricto protocolo de seguimiento.

El otoño, el invierno, y principios de primavera son las épocas del año de más trabajo para estos animales, porque el número de aves que hay normalmente se triplica a causa del clima benigno de la ciudad de Málaga.

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