Si de la crisis y de la falta de condiciones se extraen las ideas más brillantes, Arcos no se podía quedar atrás. En Holanda saben bien que la falta de luz y sus duras condiciones climatológicas no dan un pimiento. Por ello, nuestros vecinos europeos supieron hacer de un humilde espárrago un arte, como producción y como parte indiscutible de la gastronomía más preciada.
Antonio Javier Sánchez, un joven empresario arcense ligado varios años a la firma de Mora Figueroa, lleva tres años experimentando el cultivo del espárrago blanco en la finca Aguadulce, y que ahora con mayor seguridad, certeza y experiencia, implanta en otra finca situada en el Pinar de la Plata, a las faldas de Sierra Barranco. En la primera finca sembraron distintas variedades cada cinco metros con la intención de ver cuál era la más resistente y apta para el clima de zona. La calidad del espárrago no radica en su tamaño, ni siquiera en su grosor, pues los más apreciados son los de tamaño mediano y, eso sí, con una buena corona (cabeza del tallo).
El desconocimiento nos hace pensar que el producto en cuestión era casi exclusivo del norte de España, de Navarra concretamente, pero no, no es así. Las bondades climatológicas de esta parte de la Andalucía baja dan para el espárrago blanco y más. Como experiencia agrícola, la siembra a gran escala de este exquisito manjar bien podría servir a esta ciudad para buscarse las habichuelas. Los pasos que se den a partir de ahora serán decisivos.
El promotor de esta aventura conoció por el azar de la vida al empresario holandés Math Teeuwl (Company Teboza), hoy felizmente jubilado y residente gran parte del año en Arcos Gardens, con quien contrajo gran amistad y unos conocimientos en el terreno de la siembra del espárrago que les han sido fundamentales estos años. El agricultor holandés, que posee, ya con la dirección de su hijo, una de las mayores empresas europeas de exportación del producto y es uno de los más reconocidos en su faceta, nos acompaña en esta fugaz pero instructiva visita a las tierras escenario de tan laborioso trabajo. La empresa holandesa ha llegado a facturar hasta 15 millones de euros con su singular producto. Su promotor es un curtido hombre cuya sabiduría codician las empresas del sector, pero que guarda celosamente su secreto para su hijo.
La idea en Arcos es sembrar en torno a 50 hectáreas en los nuevos terrenos del pinar, lo cual daría pie a una producción que encontraría su primer mercado fuera de la ciudad e incluso de España, donde se suele pagar a mejor precio. Antonio Javier Sánchez ya estuvo en una feria monográfica en Holanda dedicada al espárrago, donde se subastaron los primeros de la temporada al precio de 25 euros el kilo, lo cual da una idea muy certera de cómo se aprecia el producto en Europa.
Con un acusado carácter social
Si bien el cultivo es pionero en la zona, pues hasta ahora sólo se estilaba la siembra del espárrago verde, entraña una gran importancia social, pues su recolección se realiza a mano, lo cual significa unos tres trabajadores por hectárea, aunque para el proceso de manipulación, envasado, etc. los puestos se multiplicarían. Aunque ya existe maquinaria para la recolección, extraer a mano el espárrago depara un producto de mayor calidad, además de ser una técnica medioambientalmente más sostenible.
Sembrar, cuidar, recolectar, envasar y exportar es un ciclo al que aspira esta iniciativa empresarial, con lo cual los puestos de trabajo se multiplicarían, aunque ello dependerá en gran medida de la situación de los mercados.
En Loja (Granada), que poco se parece a estas tierras de la Andalucía occidental, se han llegado a recolectar entre 5.000 y 10.000 kilos por hectárea, teniendo en cuenta que son tierras de secano y sometidas a temperaturas mucho más bajas. Si el kilo se paga en torno a 2,90 euros en el mercado, estaríamos hablando de un importante volumen económico. Las previsiones pasan por producir en torno a 5.000 kilos por hectárea, es decir, unos 15.000 euros. Con independencia de los gastos, los beneficios parecen claros. Sólo hay que arriesgarse. De aplicarse la tecnología adecuadamente y los amplios conocimientos adquiridos estos años, decir que Arcos podría ser uno de los principales productores europeos no sería una utopía. El cultivo se siembra este año, pero habrá que esperar dos más para una primera cosecha, pues todo buen producto necesita su tiempo, “como el buen vino”, que diría Antonio Javier Sánchez.
Diez toneladas por hectárea es un objetivo, como también un precio de cinco o seis euros por kilo, que seguiría distando mucho de esos 25 euros que pagan en Holanda por un kilo de la primera cosecha del año..., pero bueno, todo se andará.
Un cultivo sostenible y con gran capacidad de crear empleo
Las bases ya están sentadas para que Arcos se convierta en un punto caliente de la producción del espárrago blanco. A la técnica -dispone de un exclusivo plástico reversible para atraer y expulsar el calor según se coloque, y que nunca puede ser arrastrado por el viento- y a los amplios conocimientos adquiridos durante la etapa experimental, se le suma un hecho cultural, de entendimiento y sostenibilidad hacia la tierra, y por supuesto un ineludible carácter laboral en estos tiempos. Es ahí donde el Ayuntamiento deposita sus expectativas, consciente de que es una empresa clave que podría tirar del carro de la economía. El alcalde, José Luis Núñez, que acompaña la visita a pie de campo, lleva varios meses siguiendo de cerca esta iniciativa, brindando los medios municipales y cuantas ayudas se puedan promover desde la institución municipal. La ventaja de Arcos, por las mencionadas cualidades climatológicas, radica en que el producto local podría ser el primero en aparecer en el mercado. Aunque no lo parezca, ello comporta un sentido turístico, pues numerosos europeos están muy atentos, como un auténtico acontecimiento, a la valiosa primera producción.
Durante nuestra visita conocimos a la periodista de una revista holandesa dedicada a la información agrícola, lo cual también nos ayuda a entender la trascendencia de la experiencia que se lleva a cabo en Arcos.
Como en todo, la ilusión y las ganas serán esenciales para afrontar una empresa que podría dar otras perspectivas de futuro a una ciudad que quedó dormida con la caída de la construcción. Eso es una tarea de todos y con la que, a priori, no parece difícil compartir esa ilusión.
El futuro de Arcos se podría erguir en blanco, como los hermosos espárragos blancos que se derriten en el paladar y que sólo pueden salir de las tierras más suaves, del buen clima y de la cultura ancestral de unos hombres enamorados de su trabajo y comprometidos con la naturaleza.