|La autora alcalaína residente en Barcelona, Beatriz Lizana López, licenciada en Ciencias del Trabajo y Turismo y máster en Periodismo de Viajes, ha publicado recientemente la obra “Esto no estaba en mi libro de Japón” (editorial Almuzara). Escrito a partir de su estancia en el país oriental así como de un fuerte proceso de inmersión en su cultura. El resultado es un trabajo en el que redescubre y reinterpreta algunos de los mitos del conocido como “país del sol naciente”, al tiempo que nos revela muchas otras curiosidades.
Comencemos por el principio, ¿de dónde nace tu “enganche” con el país del Sol Naciente (valga la redundancia)? Yo apenas conocía nada de Japón antes del viaje. No tenía, ni tengo, ningún país fetiche al que quiera ir sí o sí porque considero que cualquier lugar puede sorprender con su gente y su cultura. En el 2013 creé un blog de viajes, xperimentando.com donde doy cabida a una mis pasiones: la escritura, la fotografía y la curiosidad por conocerlo todo y a todos. Años más tarde gané un premio por un relato viajero, que invertí en hacer un viaje por un largo período. Me propuse ir casi a la otra punta del mundo, a ver qué diferencias y similitudes me encontraba, por lo que Japón me pareció el lugar ideal. Efectivamente, me encontré con Marte en la Tierra.
De entrada, ¿qué es lo que más te sorprendió del país? La mayor parte del tiempo la pasé en Tokio porque quise camuflarme entre la gente, y te anticipo que no lo conseguí. Lo que cuento es en base a mi experiencia y a lo que más tarde investigué para darle forma al libro. De primeras, lo que más me sorprendió fue el contraste de la calle, tanto a nivel auditivo como visual: podía encontrar ruido ensordecedor y absoluto silencio en un mismo paseo. También calles repletas de neones y otras en penumbra, unas al lado de las otras.
En el libro nos cuentas cosas como que los japoneses cada vez están menos interesados en mantener relaciones románticas o simplemente sexuales con otra persona, o que alquilar un amigo es algo habitual. A primera vista, podría pensarse que estamos ante una sociedad que camina hacia la despersonalización de las relaciones humanas, ¿es esto cierto? Creo que no es que caminen hacia ello, es que ya es un hecho. Y, en parte, esa despersonalización es consecuencia del alto uso de la tecnología. Lo que me inquieta es que los españoles también parece que vamos camino a esa despersonalización. Sólo hay que ver cómo están cambiando las formas de relacionarse entre los más jóvenes. Aunque aún tengo fe, no somos una cultura que gire en torno al trabajo y por tanto no nos falta tiempo para socializar, como sí les pasa a ellos... Además, nosotros tenemos el calor del Mediterráneo, que contribuye a que se altere la sangre ;)
¿Si tuvieras que identificar qué es lo mejor y lo peor de este país, qué nos dirías? Creo que lo mejor que tiene Japón es su sociedad colectivista, porque es lo que hace que sea un país muy bien gestionado y dé la sensación de que todo va sobre ruedas. Y lo peor, también es este colectivismo porque ello lleva a anular al individuo. En Japón no es normal decir lo que uno piensa, sino lo que cree que los demás deben oír de él. En el libro profundizo sobre conceptos como “honne” o “tatemae”, es decir, lo que pienso versus lo que digo.
Los altos niveles de suicidio con que cuenta el país son bastante conocidos en Occidente. De hecho, en la clasificación de países más felices del mundo, que anualmente elaboran las universidades de Alberta y Columbia, Japón ocupa un discreto lugar 56, por detrás de naciones del Tercer Mundo, como Nicaragua o El Salvador. ¿Crees que es Japón un país solitario y poco feliz? Al hilo de lo que comentaba antes, debe ser difícil tener que estar contentando continuamente a los demás. Desde pequeños, a los japoneses los educan para reprimir sus emociones y servir a la comunidad. Hay poca flexibilidad mental y su equilibrio emocional difiere al nuestro. En todo caso, esas listas están hechas por occidentales, con su respectivo sesgo. Al fin y al cabo, ¿cómo medir la felicidad si ni tan siquiera nos podemos poner de acuerdo en qué significa ser feliz?
El fenómeno de los otakus es quizá uno de los que más choca para nuestro mundo occidental. ¿Qué es lo más raro que has conocido en este sentido? Estuve en la meca de los otakus, el barrio de Akihabara, aunque no vi nada raro fuera de lo habitual, más allá de los cosplayers, esos que van con indumentarias fascinantes. Lo que me sorprendió fue enterarme que los otakus están mal vistos entre los propios tokiotas.
Hay una creencia bastante extendida en España de que los japoneses se sienten, por lo general, atraídos por la cultura española. ¿Qué hay de cierto en esto? ¿Qué grado de conocimiento existe de España? Te respondo con una anécdota: la persona con un mayor conocimiento del flamenco a la que jamás he escuchado (tanto a la guitarra como a nivel de historia) la he conocido en este viaje.
Para finalizar, podríamos enfocarlo a la inversa. Tal vez no haya mucha gente que sepa que en España varios cientos de personas llevan el apellido Japón, y que este procede de los descendientes de la Embajada Keicho, la expedición japonesa comandada por el samurái Hasekura Tsunenaga, que llegó a España en 1613 como una misión diplomática… Curiosidades aparte, ¿crees que nuestro conocimiento de Japón es, todavía hoy tópica, superficial y llena de clichés… o no andamos tan lejos de la realidad? Yo misma desconocía este dato hasta hace bien poco. Creo que sí, que los prejuicios están. De un lado, el que no conoce nada del país tiene una visión muy sesgada y simplista. Y de parte del que se interesa mucho por esta cultura, me da la sensación que la idealiza. Por eso he escrito este libro, para dar respuesta a muchas de esas dudas que me surgieron durante el viaje y que seguro comparto con muchas otras personas. Lo que he hecho en “Eso no estaba en mi libro de Japón” ha sido contar algunas anécdotas que me pasaron, e investigar por qué sucedieron gracias a lo que expertos y académicos ya han investigado; y ofrecerlo en un texto de lectura amena. Este verano todas las miradas estarán puestas en Japón, por los Juegos Olímpicos, por lo que es un buen momento para conocer más sobre su cultura.