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España

Otro cinco por ciento abajo

La Bolsa no nos da un respiro. El selectivo acumuló esta semana otro 5% de caída, aunque logró no perforar el nivel más que psicológico de los 8.000 puntos...

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La Bolsa no nos da un respiro. El selectivo acumuló esta semana otro 5% de caída, aunque logró no perforar el nivel más que psicológico de los 8.000 puntos. Los analistas dicen que si se perfora ese suelo, el siguiente está en los mínimos del año pasado. Podrían perderse otros 300 puntos fácilmente. Y la verdad es que hay pocas cosas en el horizonte que hagan pensar en un cambio de tendencia. Más bien al contrario, la presentación de resultados y, sobre todo, los adelantos de por dónde pueden ir las cuentas este año, no dan espacio a la esperanza.

Esta semana no han sido los resultados presentados por las empresas lo único que ha asustado a los inversores. De nuevo los bancos han pedido socorro y grandes como Microsoft o Sony han hecho saltar todas las alarmas. Pero es que hemos visto datos macroeconómicos malísimos. El Reino Unido ha entrado oficialmente en recesión y en Estados Unidos las peticiones de desempleo y el sector de la construcción de viviendas han venido a rematar argumentos para la desconfianza y decepción. Ni la llegada de Obama a la Casa Blanca ni las primeras medidas adoptadas ni las que se van a tomar, que ya veremos en qué quedan, han dado ni un ápice de paz a los inversores.
En España, los parados ya suman el 14 por ciento de la población activa y hay más de 820.000 hogares donde ningún miembro de la familia trabaja. También empiezan a sonar voces que advierten del deterioro de la solvencia del sistema financiero. Desde La Caixa se dice que el fondo genérico de insolvencias se está consumiendo por el deterioro de la cartera crediticia, por el aumento de la morosidad. La traducción de todo esto es que podemos ver en breve cómo algunos bancos y cajas piden que el Gobierno les inyecte capital y ningún signo de que el dinero fluya a empresas y familias.

En fin, un panorama muy negro. Tiempos de sangre, sudor y lágrimas ante el que el Gobierno sigue sin hacer nada. Eso sí, maquilla las cifras, busca circunloquios para explicarlas, minimiza los daños y lanza ocurrencias. Un desastre que puede llevarnos a un largo y negro túnel.

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