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Daimiel podría tener inundadas entre 300 y 500 hectáreas en un mes

El director general de Medio Natural y Política Forestal del Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino, José Jiménez, ha dicho hoy a Efe que el Parque Nacional de Las Tablas de Daimiel podría tener inundadas entre 300 y 500 hectáreas en un mes.

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  • Arroyo de Cañada Lobosa, uno de los ríos que aportarán agua al Parque. -
El director general de Medio Natural y Política Forestal del Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino, José Jiménez, ha dicho hoy a Efe que el Parque Nacional de Las Tablas de Daimiel podría tener inundadas entre 300 y 500 hectáreas en un mes.

José Jiménez ha comentado que desde anteayer el Parque Nacional está recibiendo una aportación desde la derivación de la tubería de abastecimiento a la población de la Llanura Manchega de 300 litros por segundo, si bien la intención es que está cantidad ascienda hasta los 900 litros por segundo en los próximos días.

El encharcamiento de este espacio natural será progresivo y a él contribuirán también los aportes procedentes del río Gigüela y los arroyos del entorno.

Por su parte, el presidente de la Confederación Hidrográfica del Guadiana (CHG), Eduardo Alvarado, ha dicho que lo más importante es que se ha visto cómo el sol se reflejaba en el agua de Las Tablas, un hecho que no ocurría desde hacía mucho tiempo.

Alvarado ha comentado que el suelo del parque nacional está en muy buenas condiciones para recibir el agua que, ha dicho, “ayudará a regenerar su biodiversidad”.

El Parque Nacional de Las Tablas de Daimiel, enclavado en la provincia de Ciudad Real, está situado en el centro de La Mancha Húmeda y es el último representante del ecosistema denominado tablas fluviales.

Con una superficie de 1.928 hectáreas, cuenta con importantes valores ambientales que lo llevaron en 1982 a ser declarado zona Ramsar para la protección de los humedales y, posteriormente, Zona de Especial Protección para las aves por la Unión Europea.

La transformación agrícola de su entorno ha provocado en las últimas décadas el descenso de los recursos hídricos del Acuífero 23, considerado el auténtico embalse subterráneo que aportaba agua a este ecosistema.

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