Rubén Pozo visita Sevilla. La cita es hoy en la Sala Cero, con su primer trabajo discográfico en solitario bajo el brazo. Esta nueva aventura de la mitad de Pereza, Lo que más, es un disco de canciones que poco a poco huyen de los estilos y son “solo” eso, canciones.
Este trabajo está producido por el propio Rubén Pozo y por Juan de Dios (Amaral, Deluxe) en el estudio de este ultimo en Madrid. Se hace acompañar de músicos conocidos de toda su vida, por lo que los conoce bien, gente de confianza y sobrado talento a los que Rubén ha reclutado con el fin de hacerles cómplices de este disco debut: Joe Eceiza se encarga de la segunda guitarra, Álvaro Lucini toca el bajo y David Rico es el batería. Además, Juan de Dios se ha ocupado de manejar las teclas en las canciones que lo han requerido.
Buscando esa complicidad y frescura, esa inmediatez, el disco se ha grabado casi al completo en directo, interpretando todos a la vez cada uno de los cortes.
-¿Se considera un rockero que hace también pop o a la inversa?
Hago Canciones. A veces más pop, a veces más rock. Cada vez me importa menos el estilo y más la canción en sí.
-¿Qué nos ofrecerá en su concierto sevillano?
La raíz de mis canciones nuevas y algunas de las antiguas interpretadas solo por mi en el escenario con una guitarra eléctrica o una acústica... y lo que surja.
-¿Qué músicos españoles y extranjeros han influido en su música a lo largo de los años?
Joaquín Sabina, Kiko Veneno, Coque Malla, RobeIniesta, Tequila, Rodríguez, Beatles, Stones, Kinks, Zeppelin, Lou Reed... No soy nada original en influencias, vaya.
-¿Qué recuerdos le que quedan de su época en Rose?
Una época muy bonita, de rodaje. Éramos muy chavales y estábamos descubriendo juntos el mundo de la música.
-Pereza ha hecho historia, ¿tendrá continuidad su aventura junto a Leiva?
La vida es larga y hay tiempo para todo. Fue otra etapa preciosa. El camino nos juntará si así ha de ser.
- ¿Utiliza las redes sociales para la difusión de su trabajo?
Si. Es una herramienta más. No estar en ellas es no estar en el siglo XXI. Eso sí, voy un poco a mi ritmo.
