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Theresa Zabell regresa a Rota con un importante mensaje sobre el cuidado de los mares

Esta iniciativa de Ecomar contó con la participación de decenas de escolares que retiraron grandes cantidades de residuos de la zona del puerto deportivo

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Hace ya más de tres décadas, concretamente en el año 1992, la joven regatista Theresa Zabell saltó a la primera línea del deporte tras proclamarse campeona en el Mundial de Vela celebrado ese mismo año en Rota. Muchos éxitos sucederían después de aquel primer hito que le situaron, con el paso del tiempo en una estrella a nivel mundial, como el oro olímpico obtenido en Atlanta’96. Aun así, Zabell nunca ha olvidado su punto de partida, donde todo comenzó. La tierra fértil en la que se agarraron las raíces de un árbol de muchos dulces frutos en forma de numerosos triunfos deportivos: Rota, un pueblo de tradición marinera que siempre ha sabido emplear esa joya que tiene en sus costas para llevar los deportes náuticos al más alto nivel.

Con el recuerdo de nuestro municipio siempre presente, Theresa Zabell decidió ahora volver a Rota, aunque, esta vez, con una intención muy distinta a la competitiva; pues aunque hace años que decidió poner fin a su carrera deportiva, su amor por el mar continúa demostrando un vínculo irrompible. Es, de hecho, ese amor el que le llevó hace varios años a asumir un papel activo en el cuidado del medio ambiente como promotora de Ecomar. Una de las iniciativas que dirige mediante esta fundación está destinada a concienciar a escolares de todo el país acerca de la importancia de la conservación de los océanos a través de acciones responsables y sostenibles. Aun así, Zabell no acompaña al equipo de Ecomar en todos los puntos en los que visitan, pero esta no era cualquier parada. Esta vez tocaba ir a Rota, a su pueblo, no de nacimiento, pero casi que sí de adopción. Con su escuela de vela, que lleva su nombre desde que Juan Montes impulsó la iniciativa para reconocer a la única mujer con dos oros olímpicos. Historia del deporte mundial, que comenzó a escribir sus primeros renglones de gloria en nuestro pueblo.

Allí le recibieron más de sesenta niños que participaron en esta iniciativa medioambiental, destinada no solo los pequeños amantes del mar, sino a todos los deportistas de la localidad. Porque el mar no solo es un medio útil en el que practicar natación, vela, buceo, surf o piragüismo, entre otras muchas modalidades. El mar es un pulmón de la tierra. Una fuente de vida que, desde hace muchos años, atraviesa una situación sumamente complicada entre toneladas de basura y mucha contaminación. “Durante 20 años navegué por mares de todo el mundo, lo que me hizo abrir los ojos”, relató Zabell ante la atenta escucha de los pequeños deportistas.

Muchos eran alumnos de la Asociación Okinawa ‘Shorin Ryu’ Escuela Chibana que, aunque pasan sus días lejos del sonido de las olas y el graznido de las gaviotas que sobrevuelan los mares, también tienen una función crucial en la conservación del entorno. Como deportistas. Como personas. El capitán del Cádiz CF, José Mari, precisamente, estuvo invitado al acto de presentación a través de la Fundación Deporte Joven, otra de las entidades promotoras del evento, para transmitir precisamente esa idea de que todos debemos unir esfuerzos para contribuir a su cuidado. “Tuve la suerte de encontrarme con unas playas y unos pinos donde entrenaba”, recordó el futbolista, que resaltó la “importancia de saber cuidar nuestro pueblo, donde tenemos mucha suerte de vivir”.

Todos estuvieron recorriendo, posteriormente, las inmediaciones de la zona recogiendo todo tipo de residuos, entre plásticos y otros materiales no biodegradables que causan un daño irreparable a los ecosistemas marinos. Para complementar la tarea, el equipo del Club Náutico URTA rastreó las profundidades para retirar grandes cantidades de basura que, gracias a esta iniciativa solidaria, permitirán al planeta ahora respirar aliviado o, al menos, recibir una pequeña bocanada de aire limpio y fresco, pero, sobre todo, necesario.

 

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