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Freud, ¿un celoso empedernido?

Qué mal casa que el universalmente reconocido por todos como el padre del piscoanálisis, fuera un celoso empedernido que maltrató las relaciones que mantuvo con su novia Martha, no en el sentido físico pero sí en el psíquico...

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Qué mal casa que el universalmente reconocido por todos como el padre del piscoanálisis, fuera un celoso empedernido que maltrató las relaciones que mantuvo con su novia Martha, no en el sentido físico pero sí en el psíquico. Son las extrañas cosas de la vida de algunos geniales personajes que también tienen su lado oscuro en cuanto se entremete uno por los viales de sus vidas no siempre ejemplares aunque el mundo, ya el actual o el pasado, los colocara en altísimos pedestales muy difíciles de derribar.

Sigmund Freud (1856-1939), en una carta muestra su amor a su futura esposa de esta manera: “No eres hermosa en el sentido que daría a esta palabra un pintor o un escultor. Si insistes en que demos a las palabras su más estricta corrección, me veré obligado a decir que no lo eres. Pero no te he estado adulando en lo que te decía. Yo no sé adular, aunque puedo, sí, estar errado. Lo que yo quisiera dar a entender es hasta qué punto la magia de tu ser se expresa en tu semblante y en tu cuerpo, hasta qué punto tu apariencia es testimonio revelador de lo dulce, lo generosa y lo razonable que eres. Por mi parte, yo he sido siempre más bien insensible a la belleza formal. Pero si algún resto de vanidad aún queda en tu cabecita, no te ocultaré que algunas personas aseguran que eres hermosa y aun notablemente hermosa. Yo no tengo opinión sobre el particular. No olvides que la belleza sólo dura unos años y que tenemos que pasar juntos una larga vida. Cuando la tersura y la frescura de la juventud desaparecen, sólo es dado cantar belleza allí donde la bondad y la comprensión transfiguran los rasgos, y allí es donde tú sobresales”.

Cualquier mujer, y más novia, que recibiera una carta redactada en los términos indicados, creo que sería víctima de un gran desencanto y ya en su mente o ya en su corazón albergaría la grosería de la redacción hecha por un hombre paradigmático ayer y seguramente aún hoy para muchas personas. Y es que todo ídolo tiene los pies de barro...; pero en este caso el famoso Freud, los tenía de hielo y me parece a mí que también la mente y eso que llamamos corazón y que en el amor juega un papel tan importante.

La carta expuesta en este artículo iba dirigida a su novia, Martha, con quien se casaría posteriormente. Se comenta de ella que “era pálida y delgada, pero sus cautivantes maneras la hacían muy atractiva a los hombres”. ¿A todos? Parece ser que menos a su novio el famoso Sigmund Freud, que le dirige en la epístola las groserías que jamás un amado le escribiría a su amada. Y encima, el tal padre del psicoanálisis, un santón para muchos fieles, mantuvo un noviazgo con Martha jalonado de rupturas y reconciliaciones como consecuencia de los celos de Freud. Pero a pesar de todo tuvo la pareja seis hijos... (Magazine El Mundo, 2008).

Hay que dejar constancia que de la información de la que extraigo los datos para este artículo, una foto del doctor figura y no tengo más remedio que dejar constancia para la historia desmadrada de hoy contra el tabaco, que el susodicho Freud, el celoso, luce entre sus dedos un habano. Ya ven ustedes lo que son las cosas de esta civilización nuestra tan tiquismiquis contra el tabaco y tan libre para otras cosas realmente peligrosas. Y que conste que no soy fumador.

Freud fue psiquiatra, neurólogo y escritor. Nació en Freiberg (Austria) y falleció en la capital londinense. Fue de origen judío y una de las personalidades más destacadas y discutidas de ayer y de hoy.

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