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Andalucía

San Valentín, una buena excusa para regalar un cómic, aunque no se crea en el amor

Aunque no hay que buscar excusas para regalar cómics, la proximidad de San Valentín sirve de triquiñuela ideal para hablar de esas novedades

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En periodismo, se define como percha informativa a ese gancho que permite convertir en noticia un tema en concreto, y aunque no hay que buscar excusas para regalar cómics, la proximidad de San Valentín sirve de triquiñuela ideal para hablar de esas novedades comiqueras perfectas como obsequio.

'Valentina y el amor verdadero' (Astiberri). Con ese título es imposible dudar de la oportunidad de la aparición ahora en las estanterías de la novela gráfica del guionista californiano Gene Luen Yang y la dibujante vietnamita Leuyen Pham sobre una joven a la que le encanta celebrar San Valentín, protagonista aquí de una historia sobre la búsqueda del amor verdadero y de la identidad con el trasfondo de las tradiciones de las comunidades asiáticas en EEUU.



¿Lo que sienten los fans por sus ídolos se podría definir como amor o es simple devoción u obsesión? Sea lo que sea, los seguidores de los Beatles están de suerte con 'Regreso a Liverpool' (Norma), un relato de tintes cómicos a partir de una especie de ucronía que juega con la realidad: la posibilidad de que los "Fab four" hubieran planteado juntarse a principios de los años ochenta, para sacar un nuevo disco tras diez años separados. Spoiler: no ocurrió.

Si el regalo de San Valentín está dirigido a alguien que disfrute de joyas de muchos quilates, una opción infalible -que no necesitará tique regalo para su cambio- es el primer y lujoso volumen de la obra integral de 'Lucky Luke' (Norma), de Rene Goscinni y Morris, que incluye las cinco primeras historietas del irónico y espigado cowboy, publicadas entre 1955 y 1957, de los cuarenta álbumes que sacó esta pareja creativa, y que incorpora textos e imágenes inéditas.

El dibujante Manolo Carot y el guionista Hernán Migoya relatan en 'Una revolución llamada Rasputín' (Norma) los últimos meses del enigmático y oscuro místico siberiano, que logró una gran influencia en la familia Romanov: el zar Nicolás II, y especialmente en su esposa Alejandra.

La obra incide en el mito del gran miembro viril del 'monje loco' y en su fama de mujeriego, con amantes que incluirían a la misma zarina y a su hija Tatiana, y que introduce como personaje a Alisa Rosenbaum, una niña que pide a Rasputín que libere a su padre, encarcelado por judío, y que tras huir a EEUU se convertiría en la escritora Ayn Rand, adalid del individualismo y del capitalismo sin cortapisas.

También con trasfondo histórico, el guionista Jean-Luc Cornette y el dibujante Matteo firman 'La Venus del espejo' (Norma), basado en el segundo viaje que Velázquez hizo a Italia, en 1649, para completar la colección real del rey Felipe IV, y en la que especulan sobre los hechos que pudieron llevar al artista sevillano a pintar su famoso cuadro.

Velázquez habría conocido en Roma a Flaminia, hermana de un artista italiano con la que vivió un romance y cuya figura plasmó en un lienzo, en uno de los primeros desnudos integrales de la pintura española.

Un libro que es toda una declaración de amor, aquí al arte de los dibujantes surgidos en Europa en el siglo XX, es 'El canon franco-belga del cómic. Una historia de la historieta europea', de Jordi Canyissà, publicado por ACyT Ediciones.

Canyissà, crítico de cómic y autor del ensayo 'Ibáñez. El maestro de la historieta', recorre varias décadas del cómic surgido en el continente a la vez que analiza a algunos de sus principales dibujantes, como Hergé, Jacobs, Dupuis, Franquin, Morris, Goscinny o Peyo, así como las revistas que marcaron época: 'Le petit vingtième', 'Tintin', 'Spirou', 'Pilote', 'À Suivre'...

En unos días se cumplirán cinco años del estado de alarma por la covid que encerró en sus casas durante meses a millones de europeos, y bajo esa perspectiva temporal, no demasiado lejana, el joven italiano Miguel Vila aborda en las diversas historias que entretejen su 'Comfortless' (La Cúpula) el shock y la incredulidad que la mortífera pandemia provocó entre los ciudadanos.

Vila, con un estilo visual y compositivo que entronca con el del genial Chris Ware ('Jimmy Corrigan'), acompaña en su aislamiento apocalíptico y milenarista a unos personajes que compiten por mejorar su hándicap en egoísmo, digital y presencial, y que practican con esmero el primer mandamiento del "yoísmo": "sálvese quien pueda".

Cinco años le llevó también a la historietista norteamericana Julia Wertz apartarse de la esclavitud y de su 'amor' por el alcohol, un recorrido complicado, de ida y vuelta, que la autora resume con humor y honestidad en la autobiográfica 'Los incorregibles. De cómo dejé de beber en Nueva York' (Errata Naturae), brillante demostración del momento álgido que vive la autoficción, también en el cómic. 

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