La idea original era escribir sobre las mafias del Este en España al estilo de la serie americana "Los Soprano", pero a medida que Vallvey investigó sobre el tema descubrió un mundo nuevo, "de gente que se enfrenta a la vida desde la necesidad" y, lejos de amedrentarse, buscó el modo de dar voz a estas historias.
"He sufrido mucho. He estado a punto de abandonar la novela varias veces pero he descubierto que las historias que merecen ser contadas son sobre temas importantes, que apelan a la emoción" dijo la autora en una entrevista con Efe.
Según Vallvey (1964, San Lorenzo de Calatrava, Ciudad Real), esta novela "habla al corazón, a los sentimientos de la gente", a diferencia de las anteriores que eran "elitistas" y buscaban la complicidad de unos pocos.
Ahora pretende llegar a todo el mundo. "Ya no soy tan diletante y en esa frivolidad tampoco me sentía muy a gusto", asegura la ganadora del Premio Nadal en 2002 con su novela "Los estados carenciales".
Ha estado tres años investigando sobre la mafia, sus negocios y su imbricación en nuestro tejido social, en los que no se ha quedado en los fríos datos de los informes sino que también ha tenido acceso a testimonios de personas "a las que la mafia ha machacado".
Las historias de mafiosos, sus víctimas y "un par de buenas personas sin las que el mundo se iría al carajo" se alternan como capítulos de una serie de televisión haciendo que la tensión empuje al lector hasta el siguiente encuentro con el personaje.
El relato de una joven de 15 años que sale de Moldavia con destino a Turquía contratada como niñera, muestra la cara más cruel de la trata de blancas.Polina es una de tantas jóvenes "desesperadas por sobrevivir" que cae en manos de estas redes siguiendo el señuelo de la oportunidad e incapaz de aceptar su suerte, pierde la conexión con la realidad, "la única estrategia de supervivencia que le queda".
La vida de Misha, un mafioso dedicado al blanqueo de dinero a través de negocios legales, nos acerca a los "ladrones en la ley", organizaciones criminales rusas que se remontan a la época imperial.
El contrapunto a tanta oscuridad, lo ponen una policía, Sigrid Azadoras, y un juez de la Audiencia Nacional, Marcos Drabina, decididos a desmantelar estas redes.
La documentación ha permitido a Vallvey "contar a partir de raíces históricas" y recrear las vivencias de los personajes, aunque también su pasión por la literatura rusa la ha ayudado a "empaparse" del carácter ruso y a dar credibilidad a los diálogos.
A Vallvey no le sorprende que temas como las mafias y la esclavitud sexual no tengan eco en nuestra literatura porque, dice, "somos muy ombliguistas, nos interesa nuestro pasado pero en absoluto nuestro vecino".
Y ve inquietante que se considere este tema como algo ajeno porque "ya se han mezclado con nosotros", señala esta autora, que en 2008 quedó finalista del Premio Planeta con "Muerte entre poetas" y que en 2005 consiguió además el Ateneo de Sevilla por su libro de poemas "Nacida en cautividad".
La mordacidad y la ironía de Vallvey asoman en algunos momentos, sobre todo en los diálogos y en el personaje de Sigrid Azadoras, una policía apartada de la calle para rellenar informes después de verse implicada en un homicidio.
A pesar del desolador retrato que ofrece "El hombre del corazón negro", la autora no pierde la fe en el hombre y quizá por eso dedica su libro a las víctimas de las mafias pero también a los "liquidadores" de Chernóbil, civiles y militares que se dejaron la vida para contener el desastre nuclear, y que para la escritora "encarnan lo más noble y heroico del ser humano".