El Centro Democrático Liberal (CDL), fundado en 2006, es el único partido de ámbito nacional que ha recogido el testigo del liberalismo que dejó huérfano el Centro Democrático Social (CDS) del ex presidente del Gobierno Adolfo Suárez.
A la familia liberal también pertenecen, a nivel autonómico y sin esta etiqueta en su nombre, Convergencia Democrática de Catalunya (CDC) y Unió Mallorquina (UM). Las tres formaciones están integradas en el Partido Europeo de Liberales Demócratas y Reformistas (ELDR), la tercera fuerza política en el continente después de populares y socialistas.
La aparición de Clegg en la campaña electoral británica ha puesto en el escaparate el papel de alternativa de esta vieja corriente ideológica, ya en el poder en países como Alemania –en coalición con la conservadora Merkel– Finlandia y Dinamarca.
“No se había hablado tanto del liberalismo en España en los últimos quince años”, afirma Sean O’Curneen Cañas, presidente del CDL desde 2009.
Este joven partido se estrenó en las elecciones locales de 2007, donde consiguió tres alcaldías y casi medio centenar de concejales en municipios pequeños postulando un mensaje centrista, en defensa del libre mercado y los derechos del individuo.
En los comicios europeos del pasado año, en los que recabó unos modestos 5.733 votos, Clegg les apoyó con un vídeo al ser su sister party (formación hermana) en España.
“Estamos satisfechos con el fenómeno Clegg. Para nosotros, es un modelo en nuestro proyecto a largo plazo`”, dice O'Curneen.
El objetivo de los liberales pasa por competir por el trozo de tarta libre en el espectro político español, como ha hecho UPyD.
“Vemos en la calle y en internet que la gente está cansada de la partitocracia de PP y PSOE”, dice.