Entiendo que un político desarrolle un instinto natural al ocupar su cargo, que le haga aferrarse a él con la misma fuerza con la que las manchas de tomate se adhieren a un tupper. Comprendo el ansia de mantenerte en el puesto ante la perspectiva de tener que dejarlo e intentar sobrevivir presentándote a Eurovisión, cantando por Perales.
A lo que no llega mi escasa sesera es a esa malsana costumbre de tomar al ciudadano que te vota por estúpido. A los mismos a los que se les pide un poco de inteligencia a la hora de dejar el voto en la urna, cuando lo requiere la ocasión, se les habla como si fuesen bebés de parvulario.
Mazón apareció a dar lo que él llama explicaciones, en un ejercicio de falta de empatía y de sobrada soberbia. Lanzó tal cantidad de balones fuera que el Sestao lo ha llamado para ficharlo de defensa central en el mercado de invierno. Le echó la culpa a la AEMET, a la Confederación Hidrográfica, a los Avengers, que nunca están cuando se les necesita. ¿Alguien podrá creerse que un centro de coordinación de alertas no tenga cobertura? Porque, claro, ese ha de ser un lugar en el que las comunicaciones con el exterior no son importantes, sino algo secundario. Lo realmente relevante es que esté cerca de buenos restaurantes, donde puedan disfrutar de sobremesas de tres horas. En resumidas cuentas, una tomadura de pelo desde el minuto uno.
A mí, particularmente, su declaración me ha reconfortado. Sobre todo, porque de este señor no depende absolutamente nada de lo que me concierne, ni a nivel local, autonómico o nacional, y eso reconforta mucho, qué quieren que les diga. Saber que su falta de cobertura no va a afectar en absoluto ni a mí ni a los míos me da una tranquilidad enorme.
Como última reflexión, podemos estar de acuerdo en que, si la DANA malagueña no hubiese sucedido después de la valenciana, o si ésta no hubiese arrojado víctimas mortales, no se habrían adoptado las medidas que se tomaron, con la celeridad y prestancia que no fueron capaces de adoptar en el Levante, y tendríamos que lamentar, con casi total seguridad, alguna desgracia personal. Cero dudas.
Una consecuencia del Efecto Mazón.
