El tiempo en: Ronda

Jerez

La zanahoria, uno de los productos más exportados de la provincia

Antonio Ramos ‘Pichale’, agricultor de Arcos, cuenta las características de un cultivo que, de momento, tiene salida al mercado “sin que a uno le cueste dinero"

Publicidad Ai
Publicidad Ai Publicidad Ai
Publicidad Ai
Publicidad Ai Publicidad AiPublicidad AiPublicidad Ai
Cargando el reproductor....

En la Finca la Soledad de Arcos de la Frontera, desde primera hora de la mañana, Antonio Ramos, uno de los hermanos ‘Pichale’, se encuentra metido en faena. Hoy toca siembra de zanahoria. Unas 12 hectáreas  de las casi 60 que puede llegar a tener dedicadas a este cultivo con el que ya lleva cinco años. Y que no es el único, ya que este agricultor y su hermano van cambiando de producción según ande el mercado. “Hago números –dice Antonio Ramos- y si no me salen, no siembro”. También tienen 20 hectáreas algodón y unas 700 de secano. 

Y es que para tener un mal año siempre hay tiempo y la experiencia es un grado. “Ya perdimos muchísimo con la patata hace unos años, hasta 100.000 euros. Por eso lo tenemos claro. Si un cultivo vemos que no va, a por otro”. Y ese otro ahora es la zanahoria, tanto de manojo como la pelada (deshojada y a granel). La casi totalidad de la producción va destinada a la exportación, “ya que la calidad de la zanahoria que cultivamos en Arcos es muy buena y apreciada en los mercados europeos –comenta el agricultor-, que son sumamente exigentes con los estándares de calidad”. El mercado europeo lo aprecia por una garantía de frescura que queda patente en el perfecto estado de la hoja al estar recién recolectada.

Se puede decir que Antonio Ramos es agricultor desde antes de nacer. Los ‘Pichale’ de Arcos, su padre, su abuelo… se dedicaron al campo toda su vida, así que no fue difícil que siguiera con la tradición profesional de la familia. Tanto él como su hermano Juan, estaban prácticamente predestinados. Hoy, sus hijos, también están encaminando sus pasos hacia la agricultura y a dar servicios agrícolas ya que, de hecho, Antonio y Juan son propietarios de la empresa Servicios Agrícolas Ramos González, con la que llevan 20 años atendiendo con su maquinaria -12 tractores, 3 cosechadoras y 5 recolectoras de algodón- a los agricultores de la comarca.

Siembra escalonada

Las siembras de zanahoria se inician en septiembre y se prolongan de manera escalonada hasta el mes de noviembre. La recolección va desde el mes de marzo hasta junio. “Pero lo fuerte se siembra en este mes de octubre”, comenta. Y la planificación, por tanto es fundamental. Se va sembrando de manera escalonada para ir abasteciendo el mercado. Así, aproximadamente, de cada hectárea Antonio Ramos obtiene una producción de 50.000 kilos.

Es destacable que el 80% de su zanahoria va dirigida a la exportación. En este sentido, según estadísticas del cultivo, Polonia es el país del continente que consume más zanahoria, mientras que son grandes clientes de la zanahoria de nuestro país Alemania, Inglaterra, Francia, Holanda e incluso a los Emiratos Árabes. Y Dubai, donde llega zanahoria de Arcos en contenedor. Barcos cargados de zanahorias parten desde el puerto de Algeciras hasta la zona del Golfo.

A pesar de la calidad de la zanahoria de la provincia de Cádiz, tanto de Arcos como de la Costa Noroeste y Campiña, principalmente, y de la demanda que tiene en Europa, los precios no reflejan estas circunstancias. Y es que los precios no están regulados, y tal como ocurre con otros cultivos, los agricultores siembran hectáreas de zanahoria sin saber si esa campaña será rentable o será una ruina.

Éste es el sinvivir de los agricultores que echan su vida en el campo, trabajando con esmero la tierra y sus cultivos, con la incertidumbre no ya de la cuestión climatológica, que se da por hecho en la actividad, sino de los vaivenes del mercado y de las imposiciones de las grandes empresas intermediarias que controlan el sector.

A pesar de todos estos hándicap, Antonio Ramos sigue levantándose a las seis de la mañana cada día, volviendo a su casa a las diez de la noche. “Es duro decirlo –confiesa-, pero no he visto a mis hijos crecer, siempre estaba y sigo estando en el campo”. Y así un día tras otro, volcándose en sus cultivos como si del más rentable se tratara. Y es que lo lleva en la sangre.

 

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN