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Jerez

Morir de grandeza

Las grandes expectativas que Jerez levantó se han ido diluyendo hasta llegar a este estado real de deterioro actual

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En los dominicales nacionales Jerez sigue saliendo malparado. La crisis que no cesa  se está cebando mediáticamente escribiendo especialmente con Jerez y no sabemos bien a qué razones puede deberse ello. Ya escribí hace semanas que todo lo de Jerez se vendía muy bien entre las agencias informativas y argumentaba que, tal vez, el hecho de que la ciudad, por unas razones u otras, hubiese estado durante muchos años instalada en la bronca daba pie para ello.

Quiero sumar, sin embargo, otro apunte a esa reflexión y es las grandes expectativas que, en su día, levantó esta población al sur del sur de poco más de doscientos mil habitantes pero que poseyó  una de las industrias vinateras más importantes de Europa, que montó un Circuito de Velocidad contra todo y contra todos, que era avanzada en esa burbuja inmobiliaria que se instaló en el país, y que lo ha terminado llevando a la ruina, que día y otro salía con proyectos de envergadura, que era reclamo atrayente para las grandes cadenas de alimentación, ropa, menaje y un largo etcétera, que se distinguió por convertirse en el motor económico y social de la provincia, que no paraba de subir demográficamente y que, en definitiva, vendía muchos más atractivos que los tradicionales del caballo o del flamenco, con ser estos importantísimos.

Incluso el Mundial Ecuestre, aunque pasó de largo y lo único que dejó fueron muchos débitos, puso a Jerez en el primer foco de la atención informativa. Todas esas expectativas que en su día se levantaron cerca de la punta sur de Europa se han ido diluyendo de manera progresiva hasta que que se ha llegado a este estado real de deterioro en que el que las expectativas  positivas levantadas no se cumplieron, o se cumplieron a medias, la burbuja inmobiliaria estalló y lo único que ha dejado son servicios en la periferia que hay que atender y que aumentan y de qué manera el coste de la vida municipal diaria y se vio que con las grandes superficies o las grandes cadenas los más de doscientos mil habitantes no pueden vivir y se tiene una tasa de paro que se está haciendo insostenible. Jerez ha podido morir de grandeza.

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