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Jerez

Una Feria para soñar y única en el mundo: Jerez se pone flamenca

El encendido de 1.460.000 puntos de luz en el Real dan paso a una semana mágica en una edición que aspira a recuperar los valores tradicionales

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El Real a rebosar.

¿El alumbrado era a las diez, ¿no?”. Es la pregunta que hace una amiga a otra por la avenida Alcalde Álvaro Domecq cuando son ya las nueve y media de la noche y caminan apresuradamente hacia la portada principal. En el fondo saben la respuesta. Pero por nada del mundo se quieren perder ese momento en el que el Real del González Hontoria se ilumine y se convierta en la ciudad efímera más bonita de mundo, en la que nos quedaríamos a vivir para siempre. No son las únicas. Otros tantos y tantas han hecho lo propio en el grupo de WhatsApp de familiares y amigos, en casa… Inevitablemente tendemos a reconfirmar y a planificar. Que se lo digan a los caseteros que desde hace semanas ya no tienen mesa para los primeros días de la Feria. Parece que ese “lo vemos sobre la marcha” que vale oro para los que nos gusta improvisar y fluir está en peligro de muerte. Pero este es otro tema.  

Sin darnos cuenta estamos a un paso del Real y toca asegurarse de que entramos y pisamos el albero con el pie derecho, otro ritual de primero de feriante que llevamos repitiendo toda la vida. Y lo que nos queda.  A ello hay que sumar los selfis de rigor que vamos a repetir hasta la saciedad (y hasta que salgamos bien) con el alumbrado de fondo y las botas de vino vestidas también para la ocasión que tanto echamos de menos de un año a otro. "Tú eres la Feria" se lee en alguna de ellas. Y tanto, porque la Feria es la fiesta grande de Jerez pero también es una actitud. Y al final le damos sentido cada uno de nosotros.

Madre mía que ya son las diez menos cuarto de la noche. Empiezan los fuegos artificiales. Ya no queda nada. ¡Qué nervios!¡Pero cuánta gente hay aquí, si casi no cabemos! Solo los jerezanos y los visitantes fieles que ha ganado la Feria del Caballo -y los nuevos que se incorporarán este año- saben lo que se siente, o si no que se lo pregunten a mi amigo Carlos, asturiano y más feriante que muchos paisanos míos. Él también lo vive como yo. También tiene su vaso bien frío de rebujito para brindar cuando se haga la luz y llegue ese momento mágico que tanto añorábamos porque casi sin darnos cuenta hemos llegado a nuestra caseta. Allí están los más puntuales esperando con las primeras medias de fino y las primeras jarras de rebujito.

A pocos metros, en el templete municipal, la alcaldesa, María José García-Pelayo, acompañada del equipo de Gobierno al completo, de los integrantes de la Mesa del Caballo y de Samuel Martínez, ‘Pol Tattoo’, autor de cartel de este año, activa el botón que ilumina más de 1.460.000 puntos de luz, 160.000 más que el pasado año y cien por cien led. ¡¡¡Uuuuuhhhhhhh!!! , exclamamos al unísono por distintos rincones del Real antes de romper a aplaudir, como si fuera la primera vez que vivimos este momento. No es para menos. No hay unos pórticos y unos arcos cuya majestuosidad y tamaño impresionen más iluminados que los de nuestra Feria, que este año estrena, además, motivos decorativos en las calles secundarias con rostros de hombres vestidos de corto y mujeres de flamenca y de corto.

Suenan las primeras sevillanas de los que acabamos de llegar, los más jartibles ya las disfrutaron la noche del viernes de preferia, otro clásico, en la que ya hubo casetas que estuvieron hasta arriba con la comida de socios y la inauguración, en una edición en la que se apuesta por los valores tradicionales y en la que, a priori, no debe ser complicado dar con sevillanas a la primera, al menos el Ayuntamiento lo va a intentar con todas sus ganas.

Esto acaba de empezar, preparen las chaquetitas para la vuelta a casa, ultimen el outfit de flamenca, que siempre a última hora nos falta algo, y todos para el Real. ¡Bienvenidos a la mejor Feria del mundo!

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