Así, la gerencia mantiene que “la persecución que estamos padeciendo por parte del nuevo consejero delegado de la finca, Manuel Gutiérrez, quien unas veces nos amenaza con los tribunales, y otras manda a las fuerzas de orden público, como en tiempos de antaño, a pedirnos papeles que ellos mismo nos niegan”.
Por ello, los afectados sospechan “que esta nueva dirección tiene la intención de hacer desaparecer a una pequeña empresa de educación ambiental andaluza porque piensan que les estorbamos para sus nuevos proyectos de abrir a deportes de navegación el pantano o para la reactivación de la dehesa La Boyal que desde el Ayuntamiento, a través de los planes del Plan de Ordenación Territorial de Andalucía (POT), quieren poner en marcha”.
Labor continua
La Jarandilla advierte que, “si finalmente llevan a cabo sus planes, esta nueva dirección de La Almoraima puede acabar con una labor ingente a cargo de una pequeña empresa que desde 1993 se dedica a la educación ambiental dentro de uno de los latifundios más emblemáticos de España”.
En esta línea se recuerda que, “el antiguo director de la finca, con el consentimiento del Ayuntamiento de Castellar, permitió en su día que nos instaláramos aquí. Desde entonces, por este lugar han pasado miles de personas entre estudiantes, miembros de asociaciones, grupos familiares, grupos religiosos”.
Desde La Jarandilla se defiende que “durante estos17 años hemos mejorado infraestructuras, creado puestos de trabajo y, sobre todo, realizado una labor de despertar conciencias y fomentar el conocimiento y el amor por la comarca y sus valores naturales, históricos y paisajísticos”.
Asimismo, se avanza que “actualmente estamos elaborando un proyecto de Jardín Botánico para incorporarlo al catálogo educativo del Campo de Gibraltar, y seguimos con nuestra estación de anillamiento de aves. También trabajamos con la Sociedad Española para la Conservación y Estudio de los Murciélagos, y albergamos dentro de nuestras instalaciones a la Asociación Amigos de los Árboles”.
Cambio dirección
Con todo, la entidad subraya que, este año, “con el cambio en la dirección de La Almoraima, el nuevo consejero está implantando una filosofía que en esta tierra creíamos ya olvidada: la del señorito feudal”.
Así, se denuncia que “la primera actuación fue cambiar los candados de las cancelas y acompañarlos de carteles de prohibido el paso, para impedir el acceso de los vecinos de Castellar a unas tierras que son de titularidad pública y en las que desarrollan actividades como recoger setas, tagarninas ó espárragos. O sea, les prohíbe a los habitantes de este pueblo, que son los que durante siglos han mantenido con su trabajo esta finca, andar por los montes de la tierra que les han visto nacer”.
