El 2020, el año de la peor pandemia en un siglo, finaliza este jueves tras meses de crisis sanitaria, económica y social, más de 80 millones de casos diagnosticados y dos millones de muertos a nivel mundial. El último mes del año ha traído, por fin, la primera 'dosis' de esperanza contra el coronavirus: la vacuna.
El suceso que ha marcado 2020 es la aparición de un nuevo coronavirus, el SARS-CoV-2. Los primeros casos se detectaron en la ciudad china de Wuhan. Hoy hace un año, el Gobierno chino comunicó 27 casos a la Organización Mundial de la Salud (OMS). El 30 de enero, la OMS declaró la emergencia sanitaria internacional, un mes después del conocimiento de la existencia del nuevo virus y cuando ya se habían confirmado cerca de 8.000 casos y 170 muertos en China, un centenar de positivos en otros 18 países y transmisión local en cuatro.
En España, la primera vez que el ministro de Sanidad, Salvador Illa, se pronunció sobre el nuevo coronavirus fue el 22 de enero, transmitiendo un mensaje de "tranquilidad y confianza" en el Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES), liderado por el epidemiólogo Fernando Simón, y señaló que España tenía "recursos" para "actuar ante cualquier eventualidad" que se produjera.
El 31 de enero, Sanidad confirmó su primer positivo: un turista alemán en La Gomera. Ese mismo día se produjo la primera rueda de prensa de Simón, en la que afirmó que la epidemia tenía "posibilidades de empezar a remitir" y que España "no va a tener, como mucho, más allá de algún caso diagnosticado". A 31 de diciembre, España roza los dos millones de casos confirmados y supera las 50.000 muertes oficiales por COVID-19.
Llegó febrero y los casos crecieron progresivamente. El 9 se confirmó el segundo positivo, un turista británico en Palma de Mallorca, pero la situación comenzó a preocupar con el brote en el norte de Italia, por su cercanía y movilidad con España. A finales de mes, estábamos en 50 casos confirmados, pero las únicas restricciones de las autoridades eran la "recomendación" de no viajar a las zonas de riesgo y testear a aquellos que vinieran de estos lugares y presentaran síntomas.
MARZO Y ABRIL, EL CONFINAMIENTO
Marzo se inició con agoreras noticias: se registró el primer fallecido por COVID-19, un valenciano de 69 años que murió por neumonía el 13 de febrero al que se le detectó el virus en una necropsia posterior. La segunda muerte llegó ese mismo día: un anciano de 82 años con enfermedades crónicas en Vizcaya. Para el viernes 6 de marzo, ya teníamos diagnosticados 382 casos y 5 muertos pero no se tomaron medidas drásticas, como la prohibición de grandes eventos. Ese fue el último fin de semana de la 'vieja normalidad'.
Con 911 contagiados y 25 muertos, Illa convocó el lunes 9 una rueda de prensa vespertina y anunció el cierre de los centros educativos en Comunidad de Madrid, Vitoria y Labastida, convirtiéndose en las primeras medidas realmente restrictivas contra el virus. Todo se precipitó esa semana. El 11 de marzo (un día que nunca se olvidará también por otras razones) la OMS declaró la pandemia de COVID-19 a nivel mundial. El 12 de marzo se cerraron todos los centros educativos, el 13 de marzo el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, decretó el estado de alarma y el domingo 15 entró en vigor el confinamiento domiciliario estricto, que se prolongó hasta el 26 de abril.
Esos más de 40 días han sido algunos de los peores momentos de la historia reciente de España: 47 millones de personas confinadas, hospitales colapsados, profesionales sanitarios desprotegidos por escasez de material y decenas de miles de muertos, especialmente en residencias. Se montaron hospitales de campaña por toda España e incluso morgues provisionales, como el Palacio de Hielo de Madrid, donde se observaron las imágenes más duras de los últimos meses.
Tras tocar máximos a finales de marzo y después de unas semanas de agonía, las muertes y los casos comenzaron a ralentizarse lentamente en las dos primeras semanas de abril, aún en medio de una grave crisis y con el agotamiento de los profesionales. En este contexto, el Gobierno anunció el primer plan de desescalada en cuatro fases hasta junio. Se veía por fin la luz al final del túnel, pese a que por el camino se quedaron 45.684 personas, según el Instituto Nacional de Estadística (INE).
LA DESESCALADA, LA 'NUEVA NORMALIDAD' Y LA 'SEGUNDA OLA'
El cierre del hospital de Ifema el 1 de mayo fue otra de las buenas noticias de esos días. Progresivamente los ciudadanos españoles volvieron a 'conquistar' las calles y negocios como la hostelería intentaban recuperarse, aunque con el uso obligatorio de mascarillas. Finalmente, tras avanzar en el proceso de desescalada, el 21 de junio llegó la ansiada 'nueva normalidad'.
A nivel nacional, la tasa de contagios estaba estable, pero dentro de una aparente relajación contra el virus, los brotes no tardaron en llegar. De hecho, ese mismo 22 de junio se confinaron tres comarcas aragonesas por un contagio masivo en una empresa hortofrutícola de Lleida que pasó a la provincia de Huesca. Para mitad de julio, España se encontraba otra vez en 587 nuevos casos diarios. Ante el gran aumento, Sanidad decidió el 14 de agosto cerrar todos los bares de copas y discotecas en España, además de la prohibición de fumar en la calle.
A finales de mes, ya había transmisión comunitaria por toda España y la sombra de la 'segunda ola' se hacía cada vez más grande, entre falta de rastreadores y disputas competenciales entre Gobierno y las CCAA. Con presión asistencial y contagios al alza, comenzó el curso escolar y los españoles volvimos de las vacaciones.
Para mediados de mes la 'segunda ola' era una realidad y, tras una breve estabilización, en los primeros días de octubre se inició el aumento exponencial, que llegó a su pico el 9 de noviembre, con una incidencia de 529 casos por 100.000 habitantes en 14 días. Algunos hospitales volvieron a situaciones preocupantes, aunque no cercanas a las de la 'primera ola'.
Un mes después, el 10 de diciembre, gracias a los confinamientos autonómicos y al toque de queda nocturno, entre otras medidas, la 'segunda ola' parecía remitir: se tocó suelo con una incidencia de 188. Desde entonces, con la sucesión de días festivos y el consiguiente aumento de la movilidad, los positivos han vuelto a repuntar. A cierre del año, aún no se sabe con exactitud si estamos viviendo el inicio de una 'tercera ola' o un repunte de la 'segunda'.
LA 'DOSIS' DE ESPERANZA
Pese a todo, este mes ha traído grandes noticias: Margaret Keenan, una mujer británica de 90 años, se convirtió el 9 de diciembre en la primera persona en el mundo en recibir la vacuna de Pfizer y BioNTech. En un hito sin precedentes, la ciencia y la industria farmacéutica han conseguido en apenas un año desarrollar una compleja vacuna y que sea, además, efectiva y segura.
Desde el primer conocimiento del virus, científicos de todo el mundo se volcaron en esta nueva amenaza. De hecho, ya el 20 de enero, apenas unos días después de la caracterización del virus, los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos (NIH, por sus siglas en inglés) anunciaron que estaban trabajando en una vacuna, el origen de la inyección de Moderna. En esos primeros meses de pandemia, los laboratorios más potentes del mundo, como Pfizer, AstraZeneca, Janssen o Sanofi, se activaron para conseguir una solución contra el virus.
Hoy, 31 de diciembre, hay cientos de miles de personas ya vacunadas a nivel mundial y en España entramos en la segunda semana de la campaña de vacunación, que comenzó el pasado domingo con la esperada inyección a Araceli, una mujer de 96 años de la residencia Los Olmos de Guadalajara. Un año después de que todo empezara, finalmente hemos encontrado una 'dosis' de esperanza.