¿Cuándo y cómo nace la idea de montar Sala Maravillas?
–En 2002 y de una conjunción de circunstancias, entre el espacio que se creó en el sótano de nuestro nuevo estudio, el gran número de amigos y conocidos creadores de todo tipo y la visión de un galerista. La intención fue, y sigue siendo, habilitar un espacio de exposición para talentos emergentes, fundamentalmente sevillanos.
¿Qué criterios se siguen para seleccionar a los artistas?
–Que me interese la obra o la propuesta. Con un matiz, muchas veces lo que más me interesa es la trayectoria o el discurso creativo del artista en su conjunto, más que la exposición concreta que presenta.
¿Cuales destacaría?
–Destacaría muchas, pero algunas como las de Rocío Arregui, Miguel Ángel Rodríguez Silva, Ricardo Rodríguez Llinares, Marisé González, Paco Alorda , Rinat Izhak, Nacho Algarín y Javi Ruiz están entre mis preferidas, aunque para ser justo tendría que nombrar algunas más.
¿Qué más actividades realizan?
–Recitales de poesía, conciertos, performances, mesas redondas, conferencias, proyecciones de vídeo, cursos e incluso danza. La Sala Maravillas es sólo un contenedor para recibir contenidos culturales a propuesta de sus creadores.
¿Cuántas exposiciones han celebrado?
–Calculo que nos aproximamos a las 60.
¿Cuentan con ayudas públicas?
–Completamente privado. Nace de nuestra devoción por la creatividad y del esfuerzo de todos, muy particularmente de los artistas. Tampoco hemos pedido ayudas, desconfío del binomio arte-instituciones.
¿Qué papel desempeña el trueque en este proyecto?
–Una premisa es que el dinero no se mezcle en la relación con los artistas, que no tenga el más mínimo viso crematístico para la sala, de forma que se mantenga como una afición. Pero aspiramos a construir una colección significativa de arte contemporáneo, fundamentalmente sevillano, que un día pueda tener un significado. Para ello llegamos a un acuerdo previo con los artistas, que ceden algo de su obra al fondo de la sala, y con las que aspiramos a montar pronto una serie de retrospectivas, probablemente temáticas.
¿Qué opina sobre los recortes anunciados en los espacios culturales de la ciudad?
–¡Magníficos! Más tenían que recortar y por todos lados. La sociedad occidental vive sumida en una inmensa falacia pseudo-cultural, en la que juega la ignorancia de muchos, el interés de unos pocos y el criterio incontrastable de aún menos. A todo eso lo llamamos cultura y es en realidad un juego de prestigio, poder e intereses, un gigantesco cuento de El Traje Nuevo del Rey, en el que nadie quiere que se le note que no disfruta con nada, que no entiende nada y que no sabe por qué está pagando todo eso con sus impuestos.