A vueltas con la falta de mantenimiento que sufre buena parte de la ciudad, ahora son los placeros y los usuarios de los comercios de la Plaza de Abastos los que demandan unas mejoras que no terminan de llegar a hacerse efectivas.
Todo después de que los mismos hayan intentado por activa y por pasiva que desde el Ayuntamiento hagan efectivo las promesas de unas mejoras que, por más que pasa el tiempo, no terminan por llegar.
Unas mejoras que debieran paliar las deficiencias con las que presenta un enclave que pugna por ser el punto neurálgico del centro histórico y que comercialmente debe aglutinar el comercio más cercano y local de éste. Ni los puestos cerrados (hasta trece) y las deficiencias visibles hacen de éste un lugar que debe acoger la comodidad y la apuesta por encontrar en este sitio una ubicación idílica para los portuenses que realizan sus compras.
En nuestra ciudad, la afluencia de la Plaza de Abastos está supeditada a que su rentabilidad encuentre la comodidad de los que deciden acudir a ella para realizar sus compras desde otros puntos de la población.
El Ayuntamiento debe responder con criterio a los placeros para que el centro y su comercio encuentren en él un lugar preferente y atractivo, y para que el motor económico resulte apetecible y frene la tendencia de salir a las grandes superficies y a otras poblaciones.
