El clásico del fútbol español deja como gran ganador a Zinedine Zidane. El Real Madrid, con bajas de la importancia de Sergio Ramos, Dani Carvajal, Raphael Varane o Eden Hazard frente al Barcelona, consumó su resurrección regresando muchos meses después al liderato de LaLiga. El técnico francés pasa de su momento más difícil en el banquillo, a sentir confianza para pelear por el doblete.
Son cosas que solo en el fútbol encuentran explicación. Al Real Madrid se le dio por muerto. En la Liga de Campeones, cuando se asomó al abismo de caer a la Liga Europa; y con pocas opciones en la defensa de la corona liguera, con diez puntos de desventaja ante el Atlético de Madrid.
En el momento decisivo de la temporada, tirando de lo que tiene y con bajas de titulares indiscutibles, tras superar el susto y acabar primero su grupo en la 'Champions', ya atisba las semifinales, con dos goles de ventaja para la vuelta de cuartos de final de Anfield. Un crecimiento que encuentra su base en la Liga, donde asaltó el liderato y aumentó la presión sobre el Atlético de Madrid.
Nunca en la historia de la Liga española se remontó una desventaja de diez puntos. El Real Madrid la tuvo e incluso con un partido por jugar del líder. Sus 50 puntos en 19 jornadas fueron un ritmo inigualable, al que se sumaron las dudas madridistas que ahora han desaparecido. Los de Zidane son pura fe y desde la máxima entrega en cada partido, superando cada adversidad en forma de lesión que se les pone en el camino, han encontrado su mejor fútbol en una semana trascendental.
El duelo de las 19 Copa de Europa y el clásico se presentaban como exámenes definitivos para marcar el lugar que ocuparía el Real Madrid. Y salió vencedor de los dos primeros capítulos. El desgaste físico realizado ante el Liverpool provocó un cambio en la estrategia de Zidane, que entierra definitivamente la fama de mal estratega. "Estamos al límite físicamente", confesó tras el triunfo.
Esa sensación le llevó a protegerse con la apuesta por Fede Valverde y renunciando a un jugador en la mejor de sus rachas goleadoras como Marco Asensio. Era un sacrificio por el bien del equipo. Aumentar una pieza en el centro del campo, juntar líneas, castigar la pérdida del Barcelona y atacarle con velocidad. Ahí apareció la precisión en el pase en largo de Luka Modric y la velocidad del brasileño Vinicius.
Zidane convirtió en improductiva la posesión del equipo de Koeman y supo hacerle daño buscando las espaldas de sus laterales. Con Vinicius exhibiendo físico y Lucas Vázquez siendo un guerrero en tareas defensivas y apareciendo para asistir en la obra maestra de Benzema. Llevaba el francés nueve clásicos sin marcar. Una deuda pendiente que saldó como solo los genios pueden hacerlo, con un taconazo que pasa a su colección de obras maestras. Valverde cumplió con su papel a la perfección. Ayudó a rebajar la influencia de Jordi Alba en sus incorporaciones y rompió líneas con su físico y una perfecta conducción de balón. Su jugada decantó el clásico.
De la lectura perfecta de un planteamiento táctico al sufrimiento máximo para sostener el partido hubo quince minutos. El tiempo que duró el descanso. La reacción tardía táctica de Ronald Koeman, las piernas pesadas de los jugadores del Real Madrid, los golpes que impidieron acabar el partido a Lucas Vázquez y Valverde, la falta de acierto para poner el broche en contragolpes. Demasiados condicionantes convirtieron en agónico el triunfo.
La hazaña de Zidane adquirió mayor valor por su valentía en los cambios. Se expuso a cualquier crítica en caso de no haber mantenido el triunfo, dando entrada a jugadores sin ritmo de competición que no han contado en gran parte de la temporada. En un clásico trascendental, por si no era poco con Militao de la grada a jugar dos grandes duelos seguidos a gran nivel, aparecieron de golpe Álvaro Odriozola como solución a la lesión de Lucas, Mariano, Marcelo o Isco. Futbolistas referentes como Benzema, Kroos o Vinicius eran sustituidos. Y el Real Madrid aguantó gracias a ese gen competitivo tan particular.
Zidane lo ha vuelto a hacer, ha unido a una plantilla en un momento decisivo, con todos sus jugadores enchufados. Y sale ganador en duelos de grandeza. Derrotó a Koeman en sus enfrentamientos, impulsó 40 años después al Real Madrid hacia el triunfo en tres clásicos consecutivos y culminó la remontada liguera. "Aún no hemos ganado nada", aseguró fiel a su mensaje, consciente de que lo más difícil llega en los últimos partidos de la temporada.