El Levante mantiene su estado de gracia lejos de su estadio tras vencer con mucho oficio a un Real Zaragoza que puso voluntad pero que estuvo atascado ante el buen planteamiento táctico de su oponente.
El conjunto valenciano, que no pierde lejos del Ciutat de Valencia desde el 30 de septiembre, se tomó cumplida revancha de la derrota sufrida el pasado jueves en la Copa del Rey con un partido muy serio y con un excelente trabajo defensivo, que le permitió defender el gol que anotó en el minuto 19 sin demasiados agobios salvo en los momentos finales.
Desde el inicio del encuentro se vio a un Levante muy bien colocado sobre el césped ante un Zaragoza que tenía la posesión del balón pero que no encontraba huecos para acercar el esférico a la portería del conjunto valenciano.
Además, los hombres de Juan Ignacio Martínez no solo estaban perfectamente posicionados sino que en ataque también se mostraban muy peligrosos.
José Javier Barkero avisó en el minuto 13 con un remate al palo desde fuera del área y seis minutos más tarde era Rubén el que marcó el tanto que a la postre sería el de la victoria.
El conjunto de Manolo Jiménez solo encontró una oportunidad en toda la primera mitad, en el minuto 24, en un remate del portugués Helder Postiga que rechazó con acierto Gustavo Munúa.
El equipo maño movía el balón de banda a banda pero no encontraba forma de conectar con sus hombres avanzados, que estaban demasiado estáticos, mientras que el Levante se encontraba cómodo defendiendo y no pasaba apuros.
Incluso pudo aumentar su ventaja en el marcador porque en el minuto 30 el alemán Christian Lell remató de cabeza un centro que salvó con una gran parada el meta Roberto y apenas un minuto más tarde era Vicente Iborra el que, con otro testarazo que se marchó fuera por poco, metió el miedo en el cuerpo a un Zaragoza sin chispa arriba y medroso atrás.
El conjunto maño salió más decidido tras el descanso y tuvo un buena oportunidad por medio de Paco Montañés pero poco a poco el oficio de su oponente, cortando el juego con numerosas faltas y perdiendo tiempo constantemente moderó el ímpetu local.
El tiempo fue transcurriendo entre un querer y no poder del Real Zaragoza, que se equivocó en determinados momentos al jugar con balones largos ante una defensa que va muy bien de cabeza, y en otros por la falta de precisión en los pases.
Montañés tuvo en sus botas el empate a tres minutos de la conclusión pero su remate lo detuvo Munúa en dos tiempos con muchos apuros y a uno del final los maños reclamaron mano en el área foránea tras un remate de Postiga que pudo cambiar el resultado.