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‘Déjame salir’: La gran amenaza blanca

La gran amenaza blanca se cierne sobre un protagonista traumatizado por un drama familiar y rodeado, en una casa desasosegante...

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La imprescindible página de consulta Wikipedia nos informa que el guionista, actor y realizador estadounidense de color Jordan Haworth Peele, cosecha del 79, que escribe y dirige esta ópera prima que nos ocupa -de 103 minutos de metraje, con unas excelentes fotografías y banda sonora firmadas respectivamente por Toby Oliver y Michael Abels y un magnífico reparto- es hijo del matrimonio entre una mujer blanca y un hombre negro. Él mismo está casado con la actriz, escritora y comediante Chelsea Vanessa Peretti, cosecha del 78,  también blanca e hija a su vez de un italo-americano y una judía.

Tales datos personales vienen al caso porque en ‘Déjame salir’, una chica, aparentemente encantadora e impecable, lleva a la casa de sus progenitores a su novio afroamericano quien tiene una cierta reticencia a la reacción que estos pueden tener. Pero se encuentra con una pareja de mediana edad, burgueses ilustrados y liberales, aparentemente encantadores e impecables. Ella, psicoanalista por más señas, y versada en técnicas de hipnotismo. Al alivio inicial, le seguirán situaciones y personajes más que inquietantes…

Con estos mimbres, Peele construye una historia tan aterradora, puesto que de terror estamos hablando, como divertida. Tan cáustica como sarcástica. Un thriller psicológico, con toques de fantástico, que emplea el bisturí crítico a conciencia, y sin anestesia, sobre el racismo aún vigente en su país bajo la pátina de lo políticamente correcto.

La gran amenaza blanca se cierne sobre un protagonista traumatizado por un drama familiar y rodeado, en una casa desasosegante, de otros cuyos comportamientos bizarros esconden un terrible secreto.

Tampoco los dos hombres y la mujer con quienes comparte etnia parecen ser de gran ayuda, sino todo lo contrario. Sirvientes colonizados a la manera de los de la cabaña del Tío Tom, pero con rasgos aún más siniestros.

Estamos ante un debut fílmico sorprendentemente maduro. Ante una obra singular y transgresora, con una lectura política y social nada enfática, ni pretenciosa, sino irónica e irreverente donde se lanzan dardos envenenados  contra un poder y una supremacía monocromáticas y de clase. Pero también, en estas mismas claves de humor y terror, contra la sacrosanta familia, el american way of life y hasta el psicoanálisis…

Compruébenlo viéndola.

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