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El médico español que lucha contra "la herida innombrable" de África

La fístula vaginal es bastante común en el mundo subdesarrollado, como el África rural, en el que las mujeres paren sin asistencia

  • José Manuel Devesa, cirujano. -

Una vez que se está doblegando la pandemia de la Covid-19, ONG y voluntarios que trabajan por paliar otros graves problemas sanitarios en África piensan ya en reactivar su trabajo. Es el caso de José Manuel Devesa, un cirujano español que lleva quince años luchando contra "la herida innombrable" del continente negro.

"Estamos deseando tener vía libre para volver", dice a EFE este médico que durante cuarenta años fue jefe de Cirugía de Colon y Recto en el Hospital Ramón y Cajal de Madrid y que desde 2005 viaja cada año a Madagascar en sus vacaciones o tiempos libres para operar a las mujeres que padecen esta "herida innombrable", la fístula vaginal.

"Es un problema muy dramático", explica Devesa, que esta semana ha participado en la I Jornada de Proyectos Sanitarios de Cooperación organizada por el Colegio de Médicos de Cádiz.

Es un problema muy dramático", explica Devesa, que esta semana ha participado en la I Jornada de Proyectos Sanitarios de Cooperación organizada por el Colegio de Médicos de Cádiz.

La fístula vaginal es bastante común en el mundo subdesarrollado, como el África rural, en el que las mujeres paren sin asistencia.

Cuando el parto se complica y no hay medios de sacar al feto, éste muere y se queda encajado. Puede pasar así varios días hasta que es extraído, lo que provoca una presión sobre la vejiga y el recto de la mujer que da lugar a que se corte el riego sanguíneo en la zona e incluso a que se produzcan comunicaciones entre la vagina, la vejiga y a veces el recto.

Como resultado la orina, y a veces las heces, salen si control.

Las mujeres, en muchas ocasiones niñas o adolescentes cuyas pelvis no estaban desarrolladas para un embarazo y un parto, se convierten en "errantes de la vida, solitarias, porque nadie las quiere. La mayor parte de las veces los maridos las abandonan de inmediato", cuenta el cirujano.

En el mundo hay "tres o cuatro millones" de mujeres que padecen este problema que tiene como solución una intervención quirúrgica que "en un 95 por ciento de los casos" las cura.

El problema es que sucede en lugares con pocos recursos en los que no hay medios.

Devesa no estaba familiarizado con este problema, hasta que, en un viaje a África como cooperante, lo conoció e inmediatamente pensó que debía de informarse y formarse.

"Entonces leí un artículo de la Agencia EFE sobre un hospital en Etiopía fundado por un matrimonio de ginecólogos australianos que se dedicaba al tratamiento exclusivo de esta patología", cuenta.

Y allí fue a formarse. Desde 2005, con otros colegas que le acompañan, hace viajes anuales hasta la ciudad de Farafangana, en Madagascar, donde la orden de las Hijas de la Caridad tienen una misión y un pequeño dispensario que, con los años, ha logrado convertir en un pequeño hospital y un pequeño centro de diagnóstico.

En el mes o mes y medio que pueden durar sus campañas, realizan allí cuantas operaciones pueden.  "Son intervenciones largas, algunas pueden durar ocho o nueve horas para reconstruir porque tienen todo destruido".

En total José Manuel Devesa calcula que ha podido operar a unas 250 mujeres.

La experiencia le ha llevado incluso a escribir una novela, "Llévame a Farafangana", que presentó en 2013 con María Teresa Fernández de la Vega, presidenta de la Fundación Mujeres por África.

"Son todas unas historias muy dramáticas. De todas ellas hubo una que me impresionó mucho. Era una niña de 14 años. Su padre la había vendido por un cebú a un hombre. Se quedó embarazada, vivía en una aldea sin acceso a un centro de salud y tuvo un parto obstruido. El feto murió, ella empezó a orinarse sin control y el marido la abandonó de inmediato", cuenta.

"Afortunadamente" las cosas empiezan a evolucionar.

"Cuando empezamos a ir a Farafangana las mujeres no daban a luz en el hospital, ahora hay una pequeña maternidad. Unas quince mujeres van allí al mes a dar a luz, a veces acuden andando 12 o 24 horas para llegar al centro", explica.

Si cuando empezó a ir a Madagascar no había nadie en el país que hiciera este tipo de operaciones, el último año que Devesa y sus compañeros fueron, en 2019, el gobierno ya había designado a cinco grupos de cirujanos en distintas zonas  para tratar a estas mujeres.

"Es una evolución pequeña y muy grande a la vez", sentencia este cirujano, que confía en que a finales de este año podrá volver. 

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