“La dejadez es absoluta. Estamos abandonados de la mano de Dios”. Raúl Navarro Guzmán, presidente de la Asociación de Mayorista de Frutas y Hortalizas de Cádiz, que regenta la lonja municipal que está situada en la calle Adelfa, denuncia el estado de abandono en el que se encuentra este equipamiento en el que realizan su actividad comercial con alimentos y al que diariamente acceden entre 100 y 200 personas.
A pesar de la notable falta de mantenimiento del inmueble desde hace décadas, el representante de los mayoristas señala como problemas fundamentales “el orden, la limpieza y la desinfección”. Labores que, según sus palabras, “el Ayuntamiento lleva años negándose a hacer a pesar de estar recogido en los pliegos”. Es por ello que no entiende que los trabajos de limpieza en el interior de la lonja lo realice sólo una persona durante tres horas al día, “cuando en el pliego está recogido que el suelo debe limpiarse con máquinas industriales diariamente, pero aquí ni se friega ni se riega”. “La última vez que se limpió y desinfectó a fondo fue durante la pandemia. Desde entonces se limitan a venir una vez cada tres meses”, lamenta.
Conservación del edificio
Y a ello suma los problemas de conservación del edificio, que se encuentra en un estado lamentable. Algunos de esos problemas, como el arreglo del techo, han sido solventados y sufragados por los propios mayoristas, que actualmente son seis los que se reparten entre 10 de los 18 módulos habilitados en la lonja. “Los dos baños sí fueron arreglados por el Ayuntamiento durante la pandemia porque entró Sanidad y nos lo cerraban, ya que lo que había eran dos aseos turcos”, puntualiza. Poco más se ha mejorado en décadas en este edificio público que alberga frutas y hortalizas. “Aquí no han vuelto a pintar desde el año 82, que fue cuando entramos...”, resume el mayorista el estado de abandono de las zonas comunes, ya que tanto sus compañeros como él se esfuerzan diariamente para que sus puestos cumplan las condiciones sanitarias. Y añade también que desde la pandemia el bar de la lonja está cerrado, “por lo que ni un café ni un bocadillo se pueden tomar ni los camioneros ni nosotros”.
Cuatro décadas cumple en este 2023 esta instalación, y aún quedan 30 años de concesión del edificio. Navarro Guzmán explica que los mayoristas abonan al Ayuntamiento un canon mensual de 12.000 euros, y que al anterior equipo de Gobierno se le propuso en su día abonar la mitad del mismo con el fin de acometer ellos las pertinentes mejoras con ese dinero sobrante. “Pero ahí el político ni pincha ni corta, el problema está en Intervención y en Tesorería que se oponen”.
En este punto recuerda que la lonja no está contemplada en el Plan General de Ordenación Urbanística (PGOU) y, por tanto, “la ley impide que se inviertan en edificios que están fuera del PGOU. Sólo se permiten acometer obras de emergencia”. Fue por ello que no prosperó el proyecto que el anterior gobierno local encargó a la Delegación de Urbanismo para su reforma. “El proyecto está hecho y las obras fueron presupuestadas en unos 200.00 euros, pero no fue posible ejecutarlo. “Por ello propusimos la rebaja del canon, con la intención de realizar nosotros mismos algunas obras”.
¿Y la opción de una nueva ubicación?
La opción de buscar una nueva ubicación a la lonja municipal le hace “mucha gracia” al presidente de la Asociación de los Mayoristas, porque ello -apunta- conllevaría la construcción de un equipamiento que reúna las condiciones necesarias para realizar su actividad comercial. “No nos sirve cualquier nave, deberá ser de una sola planta y con metros suficientes para albergar todos los módulos con sus cámaras frigoríficas. Y hacer un mercado de estas características supone un presupuesto mínimo de dos millones de euros. ¿Quién lo construye y quién va a pagar esa cantidad?”, pregunta riendo Navarro Guzmán.