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Otra generación de flamencos

Una experiencia que aúna a gente de muy diferentes perfiles: biólogos, universitarios, ornitólogos, pero sobre todo amantes del mundo animal.

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Las nubes empañaron el amanecer  a los más de 450 voluntarios que se reunieron ayer en la Laguna de Fuente de Piedra para formar parte del equipo encargado de anillar a más de 600 pollos de flamencos, recién nacidos. Aunque en total son 13.025 los nuevos habitantes de la laguna.
Ayer tocó madrugar, a las cuatro había que estar en pie. Todavía de noche los voluntarios tuvieron que dirigir y reunir a todos los pollos en un corralito a partir del cual se fueron sacando uno a uno.  El sistema era muy simple: una cadena humana. Uno sacaba el pollo del corral, otro lo dirigía a los diferentes puestos de control y otro lo soltaba. Primero había que identificarlos con dos anillas, una de plástico y la otra de metal, en las patas izquierda y derecha respectivamente. Éstas permiten que sean identificados a una distancia de 400 metros, haciendo más fácil su seguimiento. Una vez anillados, es el momento de pesarlos,  medirles pico, alas y  tarso, de sacarles sangre y de liberarlos.

Los voluntarios fueron el motor de todo el trabajo. En su mayoría eran de Fuente de Piedra, según comentó Manuel Rendón director conservador de la a Reserva Natural. Sin embargo, allí había un manchego, Rubén Almodóvar, un novato en esto de anillar flamencos, por eso mismo lo definió como una “labor increíble”. En el lado contrario estuvo Alicia Quintero que lleva yendo más de 20 años. Para ella es una experiencia única, pues “cada año es distinta”. Por ejemplo, este año, al no haber casi agua el trabajo fue más fácil, aunque a la hora de liberar a los pollos fue más complicado porque tienen que salir andando.  Mari Fernández y Alba Trujillo, tía y sobrina, acudieron juntas. La primer lleva tantos años viniendo que ha perdido la cuenta de cuántos pollos ha soltado. Sin embargo, Alba, que es su primera vez , sí que los contó: tres pollitos.

Una experiencia que aúna a gente de muy diferentes perfiles: biólogos, universitarios, ornitólogos, pero sobre todo amantes del mundo animal. Un grupo que trabaja codo con codo con el único objetivo de identificar a los flamencos para así estudiar su comportamiento, sus hábitos y los humedales donde viven; buscando que la especie perviva. Rendón fue el encargado de organizarlo todo, pues coordinación y orden son los dos factores esenciales para todo el trabajo que se hizo en cuatro horas.


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