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La tribuna de El Puerto

Motivos personales

Y, si me lo permite, advertirle que el que le invitó en su entorno político -si así fue el caso- a alegar motivos personales, ese, ese es el traidor

Publicado: 17/09/2021 ·
12:08
· Actualizado: 17/09/2021 · 12:10
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  • Álvaro González. -
Autor

Viva El Puerto

La redacción de Viva El Puerto analiza el panorama social y político de la ciudad para que estés al tanto de todo

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Una ventana de opinión abierta a la actualidad portuense. El análisis más acertado de lo que ocurre en la ciudad

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Alejandro Merello

Recuerdo aquel spot publicitario en el que una familia al completo, sentada alrededor a una mesa, daba la bienvenida al nuevo novio de una de las hijas. Me hace gracia recordar como el personaje recurría a todo tipo de eufemismos para explicar a los presentes su dedicación profesional y como el padre de la novia sentenciaba cual era su profesión, advirtiendo que el nervioso joven recurría a tales de giros lingüísticos: el chaval era político.

Y es que si hay algo a los que nuestros políticos nos tienen acostumbrados es al eufemismo ¿Dónde queda el “al pan, pan y al vino, vino”? Pues vayan ustedes a saber. Será ese el motivo por el que valoramos tanto cuando nuestros dirigentes se dirigen a la audiencia llamando a las cosas por su nombre.Que en la ejecución de una operación caen inocentes: “daño colateral”.

Que para favorecer nuestros intereses particulares, olvidamos el bien común: “riesgo asumible”. Bueno, y no olvidemos lo de “desaceleración” cuando queremos decir “crisis económica”, lo de “reformas estructurales” por “recortes” o el temido recargo temporal de solidaridad, que no deja de enmascarar una subida del IRPF.

Todos estos giros y eufemismos no hacen más que enturbiar la capacidad de nuestro lenguaje para comunicarnos eficazmente. Y lo peor de todo es que la eficacia de estos recursos es una poderosa herramienta en manos de quien los emplea, ya que, por agotamiento, nos hace abandonar nuestra curiosidad natural.

De todos los eufemismos hay uno al que se recurre en situaciones concretas y que adquieren tal relevancia que llegan a ser incluso pactados. Les hablo del “por motivos personales”. Ni se imagina lo que puede llegar a abarcar el “por motivos personales”. Y no se crean, detrás de esta aseveración, en ocasiones, se esconde un triunfo bien disputado, ¿de quién?, pues déjenme que utilice una conversación de la película “El Padrino” como referencia: “el que venga a ti con una propuesta de acuerdo, ese es el traidor”.

Pues si, aquel que más emplee el “por motivos personales”, ese, ese será que más lo haya luchado.Recientemente hemos conocido la renuncia de Álvaro González como concejal del equipo de Gobierno, “por motivos personales”. He de reconocer que por lo poco que conozco al señor González, no he de dudar de su palabra y me consta que la alegación de motivos personales puede ser una descripción real de sus causas.

Pero, ¡ah!, también conozco la otra parte, la que ha de aceptar la renuncia. Y les aseguro que alcanzar un acuerdo en los motivos de renuncia suele esconder un pacto de no agresión.

Para un dirigente político el “por motivos personales” es un éxito que evita malas interpretaciones. Pero no porque nos la cuele -no somos pocos los que damos por cierto que la alegación no esconde algo más allá de lo personal- si no porque estamos acostumbrados, mal acostumbrados, al eufemismo. Respecto al señor González, solo me queda agradecerle el servicio, que me consta aceptó con un compromiso verdadero y con ilusión por hacer buenas cosas por su ciudad. Y, si me lo permite, advertirle que el que le invitó en su entorno político -si así fue el caso- a alegar motivos personales, ese, ese es el traidor.

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