El traslado del Cristo Yacente y la Santísima Virgen del Mayor Dolor en su Soledad, se hizo recorriendo la distancia de la calle Real desde el Carmen hasta la iglesia de San Francisco, no sin algunos rodeos para evitar las vallas que aún permanecen en la esquina del gordo.
Un muñidor y dos servidores precedían la cruz conventual que abría un cortejo con hermanos que portaban cirios y donde iba la junta de gobierno de forma corporativa. La parihuela con la imagen del Cristo Yacente iba escoltada por cuatro acólitos ceriferarios revestidos con sotanas y roquetes de tablas y seguida de la escolanía de niñas Santa Teresa de Jesús, de la parroquia del Carmen.
La Virgen del Mayor Dolor en su Soledad cerraba un cortejo donde no faltó una representación de los padres carmelitas descalzos, fray Ángel Norberto Palomino Outón, tras la parihuela de la dolorosa de la hermandad.
Fue un traslado rápido, de apenas 20 minutos que culminó en torno a las 21.15 horas con las hermandades que pertenecen a la parroquia de San Francisco esperando a la hermandad carmelitana. Ahí estaban, la asociación de Antiguos Alumnos Salesianos y las hermandades de Santa Elena, Desamparados, Cristo Rey, Caridad y Expiración.
Es la primera vez, desde 1830, que la hermandad del Santo Entierro busca cobijo en otro templo. En aquella ocasión se trasladó de la capilla de la Salud, en el viejo barrio de las Chozas, hasta el Carmen isleño, donde permanece desde entonces.