No habrá nadie en España, ni en el mundo, que no se haya enterado del hito histórico conseguido por el Barcelona ante el París Sant Germain. Remontar un cuatro a cero, cuando en tu campo te meten otro gol más, y con los tres últimos tantos en los siete minutos finales es, evidentemente, para hacerlo noticia. Cualquier aficionado al fútbol vibra ante tal gesta, aunque a algunos les guste más y a otros menos.
Lo que le convierte en algo que se graba en la memoria es la dificultad extrema. Y no hace mucho, los recreativistas hemos tenido sensaciones similares. Aquel gol de Rubén Mesa ante el Granada B en el minuto 89, con el campo lleno, fue un punto de inflexión importante para lograr la permanencia la pasada temporada. No trascenderá del ámbito local, y si acaso, en el regional o nacional será un apunte anecdótico. Pero a nosotros esa imagen se nos quedó grabada a fuego en la retina.
Quizás el impacto que tiene en nuestra memoria es, además de la dificultad, la velocidad. En noventa minutos que dura un partido las sensaciones cambian rápido, y ese frenesí alocado se escribe en nuestro córtex como si fuera un disco duro a toda velocidad. Pero, ¿qué ocurriría si cambiamos el prisma? Coged una hoja de papel y apuntad los últimos años del Recre, pero seamos positivos, apuntemos desde Lucas Alcaraz y aquel ascenso administrativo, o incluso desde la llegada de Caparrós, y luego vayamos a la fecha actual. Si pudiéramos valorar cada temporada con una puntuación de “éxtasis recreativista” nos saldría una gráfica muy interesante y variable.
Subimos a Segunda, bajamos a 2ªB con Del Barrio, llegó un ascenso administrativo que nos catapultó a Primera de forma impensable, vivimos una Final de Copa del Rey, tuvimos un pequeño oasis de grandeza en la categoría de Plata, llegó Marcelino, el mejor puesto histórico, hubo dos años más de Primera tras él, bajamos y fuimos a la deriva, fuimos secuestrados por Comas, casi nos metemos en playoffs con Sergi, bajamos a 2ªB de nuevo y nuestra existencia se tambalea hasta el gol de Rubén Mesa… y conocimos la parálisis de un club.
Ahora estamos viendo cómo las constantes vitales del Decano se van sintiendo. Se pueden cobra los carnets, pagarán los malhechores si la justicia es justa, demostramos que queremos a este equipo como ninguna otra ciudad, y miramos al horizonte como si fuéramos el Barcelona del miércoles en el minuto 85: con esfuerzo y ganas de conseguirlo.
Es demasiado eso de ser del Recre. Es sólo que va pasando en un largo periodo (no tanto, en perspectiva) y nuestra gesta sólo la saboreamos nosotros, los que la sufrimos a diario.