Madrid, Santander y Gijón son los privilegiados escenarios que acogen en este arranque de verano la nueva versión original del musical West Side Story, de gira por todo el mundo para conmemorar su 50 aniversario. Obra decisiva en el género y una de las imprescindibles en Broadway desde la fecha de su estreno, prolongó las excelencias de su libreto con una magnífica e inolvidable versión cinematográfica realizada cuatro años después de su primera representación y que redefinió por completo el concepto del musical cinematográfico, inaugurando una nueva era de la que sigue siendo una obra cumbre, absolutamente maravillosa.
Los orígenes del proyecto se remontan a 1957, fecha en la que Leonard Bernstein (compositor), Stephen Sondheim (letrista), Arthur Laurents (guionista) y Jerome Robbins (coreógrafo) unieron sus talentos para presentar en Broadway una nueva versión, en clave musical, del Romeo y Julieta de Shakespeare, adaptado al Nueva York de mitad de siglo y aprovechando los problemas raciales entre bandas de latinos y nativos. En este sentido, los Montescos y Capuletos pasaron a denominarse Jets y Sharks (nombres de ambas bandas) y la pareja de enamorados asumió los nombres de Tony y María por los de Romeo y Julieta.
Para la versión cinematográfica sólo se añadió un nombre más al del cuarteto original, el del director Robert Wise, que asumió la codirección del filme junto al propio coreógrafo Jerome Robbins. Richard Beymer y Natalie Wood fueron elegidos para encarnar a la pareja protagonista, mientras que el elenco de secundarios contaba con George Chakiris, Russ Tamblin (quien ya había participado en el musical Siete novias para siete hermanos) y, sobre todo, una impresionante Rita Moreno. Desde los primeros planos aéreos de Nueva York, que preceden a la presentación de ambas bandas, se aprecia un nuevo concepto cinematográfico aplicado al terreno del musical que va extendiendo planos y secuencias fascinantes en la que los encuadres, el uso del color, la danza y la música adquieren un ensamblaje perfecto. Pero, no era sólo la forma de retratar la acción, sino la introducción de nuevos códigos musicales (del jazz a ritmos latinos, sin olvidar las grandes melodías) y el compromiso social y crítico hacia una realidad agravada con el paso de los años: letras que hablan sobre el racismo, sobre la violencia en las calles, sobre la irrupción de las drogas, la desintegración de la familia tradicional, el vandalismo, y, por supuesto, una historia de amor íntegra, hermosa y envuelta por composiciones magistrales: desde Tonight a María, pasando por Somewhere o One hand.
Hemos citado algunas de las canciones interpretadas por la pareja protagonista, pero es que la partitura es absolutamente perfecta en su conjunto: América, I feel pretty. Officer Krupkee, Cool, y la versión coral del Tonight que interpretan con diferente significado cada uno de los personajes. Una auténtica delicia que no ha perdido un ápice de su calidad e interés en el transcurso de este medio siglo de vida.
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West Side Story, 50 años del musical por excelencia
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