La música como herramienta para combatir la exclusión social y el absentismo. Ese es uno de los objetivos que persigue el IES Guadalmedina con la orquesta formada por una treintena de alumnos, la mayoría de etnia gitana e inmigrantes, que residen en Palma-Palmilla.
No sólo aprenden a tocar un instrumento, también a trabajar en equipo, a respetar a los demás y a tener confianza para afrontar retos cotidianos. En un aula del instituto, el sonido de la flauta soprano se entremezcla con los del cajón flamenco, timbales, congas o triángulos mientras Rocío Cuenca dirige la batuta con el piano.
Hace cinco años, esta profesora de música detectó el potencial que esta disciplina podía tener en el proceso de enseñanza. “La idea es que adquieran mediante la música hábitos de trabajo, atención, orden, concentración o disciplina, valores que ayudan a su desarrollo integral como personas y mejoran su autoestima”, dice.
La situación de la barriada tiene su reflejo en este centro escolar, al que acuden menores con mochilas cargadas de libros, cuadernos y graves problemas: familias desestructuradas, con un elevado nivel de analfabetismo, problemas de adicción, desempleo y pobreza.
“Somos uno de los dos centros de difícil desempeño de Málaga. La apatía y el desinterés de los padres por los estudios de sus hijos son palpables y nuestro alumnado lo manifiesta con su actitud diaria”, explica Cuenca.
“Cuando llegan a los 16 años hay desbandada e intentamos que, al menos, terminen la secundaria. Muchos llevan el ritmo innato, por ello utilizamos la música como una forma de engancharlos. Si vienen al instituto, pueden tocar los instrumentos”, añade la docente.
Poco a poco han contribuido a cambiar la visión y actitud negativa que algunos tienen hacia su centro y las actividades académicas.