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Obama y Al-Ándalus

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Obama cuando se ha referido a Al-Ándalus ha cometido una serie de errores, vamos a ir desgranando cada uno de ellos. El primero se refiere al de una Al-Ándalus supuestamente idílica donde las tres religiones vivían en armonía y cuya historia sigue campando por todas partes, por lo que hay que desenmascarar tal falacia. Se trata de una treta dialéctica muy común entre los progresistas de todo el mundo. Partiendo del aborrecimiento incondicional hacia Occidente inventan una edad de oro de la tolerancia y la cultura que viene a corresponderse con el califato que, durante un breve periodo de tiempo en la Alta Edad Media, rigió los destinos de buena parte de la Península Ibérica desde Córdoba. No hay evidencia histórica alguna que corrobore ese mundo perdido donde musulmanes, cristianos y judíos conviviesen en perfecta armonía y respeto mutuo. Muy al contrario. El califato de Córdoba y, posteriormente, las taifas regionales que le sucedieron, fueron regímenes teocráticos donde el islam llevó la voz cantante y la disidencia religiosa nunca fue bienvenida y además ambos grupos estuvieron gravados con una serie de impuestos que no afectaban a los dominadores. Se trataba de las pesadas cargas tributarias que se le imponían a la gente del libro o dhimmís.


Comencemos por las persecuciones a los judíos. La cierta prosperidad de la que habían disfrutado bajo el Califato Cordobés y la influencia de la cultura árabe sobre ellos, les había permitido destacarse como hombres de ciencia y como figuras literarias, pero especialmente como médicos. A diferencia de los mozárabes vivieron en barrios apartados: en las juderías. También sufrieron presiones para que se convirtieran o huyeran. Esta represión ya comenzó en la época omeya pero fueron, también, los almorávides los que terminaron con su presencia en Al-Ándalus.

Se llamaron mozárabes a los hispanorromanos e hispanovisigodos cristianos que vivieron bajo la dominación árabe. Los mozárabes conservaron sus riquezas, sus instituciones, su nobleza y su Iglesia. Mantuvieron vigentes sus ritos y sus edificios de culto, aunque no pudieron construir otros nuevos, ni arreglarlos, lo que implicó un progresivo deterioro de las iglesias. Aunque se conservaron los ritos, éstos sólo se podían celebrar en el interior de las iglesias. El rito más común fue el gótico-isidoriano, o rito mozárabe, que se extendió por toda la Península, incluso en los reinos cristianos, hasta que Alfonso VI impuso la liturgia latina.

La resistencia mozárabe a los musulmanes fue, fundamentalmente, pasiva. Nunca estuvieron aislados de los cristianos del norte, existieron múltiples contactos, e influyeron ideológicamente en la marcha de la Reconquista. Cuando la presión sobre ellos se hizo más fuerte optaron por la emigración. La represión más violenta contra ellos tuvo lugar hacia el 1099, con la supremacía almorávide. Después de esto los mozárabes prácticamente desaparecieron de Al-Ándalus, ya que huyeron al norte de la Península o fueron deportados al Magreb.

Decir que coexistieron en el tiempo la Córdoba andalusí y la Inquisición es un disparate que demuestra hasta qué punto el presidente del país más importante del mundo es un iletrado en temas históricos. El califato de Córdoba, encarnación más pura del concepto de Al-Ándalus, desapareció en el año 1031 después de apenas cien años de existencia. La Inquisición, por su parte, fue una institución creada en 1478 mediante una Bula papal por los Reyes Católicos. Entre la Córdoba califal, pretendidamente tolerante y modelo que Obama ofrece al mundo islámico, y el reinado de los Reyes Católicos median 500 años de historia.
Hasta pronto gadiritanos.

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