La aparente quietud tras el temporal electoral no es más que reflejo del alto grado de tensión, casi pánico, que se ha instalado entre pasillos. Nadie mueve pieza esperando que otro lo haga. Divertido. Desatascar el gobierno andaluz en plena campaña para municipales, hacerlo con formaciones políticas emergentes que han de cuidar su estética y todo con municipales ahora y generales a finales de año y, al tiempo, ex presidentes declarando ante el juez es, además de ferviente actualidad política, algo no visto donde se había visto casi todo. Por partes.
La Junta. Resulta evidente que la estabilidad pretendida por Susana Díaz con el adelanto electoral no le está resultando, al menos de momento. Esta semana se celebrará sesión para configurar la mesa del Parlamento y el 30 se votará su investidura como presidenta, que debe ser ratificada por mayoría absoluta y, de momento, está muy lejos de eso; las cuentas las hace para lograrlo en segunda vuelta por mayoría simple, pero para ello necesita abstenciones varias, Ciudadanos y Podemos al menos, y cuenta con ellas y con otras porque intuye, y acierta, que nadie quiere otra convocatoria electoral: el PSOE, arengando el voto útil, optaría a una mayoría absoluta a costa de que formaciones emergentes puedan perder parte de lo que hoy tienen y que es prestado. ¿El PP? Su escenario ideal es que Ciudadanos y Podemos faciliten la investidura de Díaz y que ésta gobierne en minoría, en ningún caso que haya otras elecciones, votando en contra las dos veces -que es lo que hará IU-. Pero si en el último minuto debiera facilitar la investidura, se abstendrá y lo explicará diciendo que lo hace por responsabilidad, estabilidad y varias cosas más terminadas en dad... Esto es lo lógico, no quiere otra consulta y el PSOE lo huele cual felino que acecha a cervatillo temeroso -si con lo que arrastra se ha ido a 47, con la grabación de Jaén y la foto de los banquillos suma diez más..., se comenta-.
Otra cosa es gobernar. Pactar. Para esto su opción ideal es Ciudadanos, casi única, con quien lograría una mayoría parlamentaria sin pactar con el PP pero con un voto que proviene, en su mayoría, de él, lo cual estratégicamente es genial, pero como mojarse puede dejar mancha y hay municipales ahora y generales pronto, lo normal para Ciudadanos es acordar cosas pero pactar a finales de año y ver cómo queda el escenario político completo. Porque Rivera quiere ser vicepresidente del Gobierno y se cuidará muy mucho de tiznar su rostro con acuerdos que, en realidad, poco le importan para su objetivo final y que está lejos de aquí, en Madrid. Para Díaz también queda la opción de Podemos, pero no le gusta, menos con el decálogo de 14 folios de recortes que le han hecho llegar y que probablemente ni se habrá leído; quedarse en minoría es un incordio que requiere de mucha templanza y para ello no está entrenada.
Asunto al margen es el análisis minucioso de cómo o por qué una formación política acepta convertirse en alimento; todo aquél que entra por San Telmo siendo muleta termina masticado e inútil para un fin social. Antecedentes variados hay, todos, pero quizás sea tan tentadora la idea, tan lucrativa la propuesta, tan seductora la invitación que al aspirante le resulte imposible negarse; tal y como le sucede al macho, mucho más pequeño en tamaño, de la mantis religiosa: sabe que será devorado por la hembra mientras, parsimonioso y lento, le hace el amor, pero no puede resistirse a la jugosa invitación y entra sonriente a machete. Y le hace el amor. Y se lo comen. Debe ser que el género en cuestión, el político y el masculino, es esencialmente básico.
Chaves & Griñán. Que se olvide quien piense que por responsabilidad, para facilitar las cosas o porque peinan canas, podrían dimitir voluntariamente. Nada más lejos de la realidad. No lo harán. Otra cosa es que tras la constitución del parlamento se renueven sus miembros en el Senado y Griñán, que lo es por ahí y no Chaves, deje de ser senador y pierda el aforamiento; juristas miden si llegado esta situación y una vez iniciado su proceso en el Supremo volvería a manos de Alaya o seguiría allí -a Mercedes no la quieren ver ni en la tele cuando arrastra la maleta...-. Probablemente seguiría en el Supremo, pero en todo caso Chaves no dimitirá, y el acta es suya, ni aunque una serenata se lo cante de por vida todas las noches bajo su balcón.
Albert. Por sistema, la historia nos ha dejado una estela de asuntos que nunca quedaron del todo explicados porque, se interpreta, intereses diversos lo decidieron así. Que si Armstrong alunizó o alucinó, el asesinato de Kennedy, Torres Gemelas o 11M son ejemplos nítidos de opacidad y de cómo manos sutiles mueven hilos para dirigir el pensamiento social, que se sienta cómodo a las tres ante la tele dispuesto a comprar ideas. Y al hilo, no me creo que de pronto, y por su simple cara bonita, Albert Rivera sea foco de atención de tantos medios de comunicación, tenga capacidad financiera para montar un partido nacional en pocos meses, con lo difícil que eso es, y se coma tantos votos solo porque resulta simpático y, según para quién, guapete. Si Iglesias y su Podemos arrancaron en Venezuela, parece, y se expandieron a través de La Sexta, Rivera y Ciudadanos contrapesa, también parece, el nacionalismo catalán de Mas con, tal vez, empresariado contrario a la independencia de Cataluña y financiación, quizás, de alguna entidad bancaria de allí, y se ha expandido rápido a través de los medios del Grupo Planeta, por ejemplo. Pero desde luego no es casualidad. Nada es casualidad. La prueba de Andalucía les ha salido perfecta, en todo caso, y para nada es una crítica, todo lo contrario.
El beso. La seducción es, posiblemente, el arte más elegante que irradia la genética humana. Es tiempo de eso. De jugar, de coquetear con todo, de insinuarse, de medir no dar un paso en falso porque en los pequeños detalles está la clave del éxito. No precipitarse porque más de uno perdió la cabeza a mordisco limpio a cuenta de un beso mal dado.
Bomarzo