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La emoción del Vía-Crucis deja en un segundo plano a la lluvia

La lluvia obliga a su celebración dentro del templo

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La lluvia, mostró una vez más a Huelva su lado más transparente; y el cielo desde que iluminó el pasado lunes desde muy temprano el campanario de San Pedro, ya anunciaba que en el Año de la Fe no iba a posibilitar la salida del Señor del Descendimiento por las calles onubenses.

Por contra se recurrió a la austeridad, a la oscuridad del templo, y a la estampa sobrecogedora del Señor iluminado por lo cirios de los hermanos allí presentes, y de los candelabros, que portaban en la parihuela de las Tres Caídas. La sencillez reinaba en el interior del templo; el Señor del Descendimiento se mostraba solo ante la cruz, plana, utilizada para la ocasión, y recubierto de flores silvestres entremezcladas, que lo elevaban en el monte calvario una vez más.

Frente por frente a la imagen, se situaba la nueva junta del Consejo de Hermandades y Cofradía de Huelva, presidida por Antonio González, el hermano mayor del Descendimiento, Manuel Martín Acevedo, y el pregonero de la Semana Santa de este año, José Antonio Vieira.
Y desde el altar mayor, el obispo de la Diócesis de Huelva, José Vilaplana, comenzó el rezo del Vía-Crucis, flanqueado por el párroco de San Pedro, José Arturo Domínguez, y Diego Capado, vicario designado para la celebración de la Fe.

Entre la oración y rezo del Vía-Crucis, con la sobriedad y templanza mostrada en el acto, la capilla musical del Liceo de Moguer ambientó aún más si cabe con música sacra el interior del templo.

Quince estaciones que rememoraron el camino a la Cruz del Señor, con la culminación de la llama de la Resurreción. Una luz simbólica, que Huelva tomó con Fe para la Semana Grande que nos espera.

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