Como ser humano era de 'pata negra', un tabernero que solía cantar sus sevillanas, acompasadas a golpes de nudillos, desde la barra de su bar Quitapesares. Hago memoria: “… cómo me alegra primito hermano/, cómo me alegra primito hermano/, cómo me alegra/ comer jamón serrano de pata negra”. Tenía la sonrisa de un niño grande y la voz de un barítono 'jarto' aguardiente, como a él le gustaba decir con socarronería.
Fue 'cantaor' de flamenco, saetero, animador de tertulias moribundas, enamorado de las costumbres y tradiciones de Sevilla, pero, sobre todo, y ante todo, una persona inolvidable, una enciclopedia abierta: la palabra justa, el refrán acertado, el chiste oportuno. Ocurrencias, sucedidos, anécdotas… Las ocurrencias y los sucedidos de Pepe Peregil que le contara en un libro al escritor sevillano Joaquin Arbide.
Solía explicar a parroquiano neófitos desde su santuario del barrio sevillano de Santa Catalina, de dónde venía su apodo: su abuelo se apellidaba Pérez Gil. Por Peregil atendería José Pérez Blanco, nacido en Manzanilla en el año 1945. Llegó a Sevilla y se quedó atrapado para siempre por la magia de la ciudad: entre el sabor de la manzanilla de la Feria de Abril y el olor a incienso de su Hermandad del Museo.
Esa misma ciudad que ahora le rinde homenaje en el primer aniversario de su muerte, como señal inequívoca de cariño sempiterno. Ya le había concedido en 2009 la Medalla de la Ciudad, un galardón sumado al nombramiento de Hijo Predilecto de Manzanilla que el ‘cantaor’ no pudo recoger debido a su muerte.
Un año después de su muerte, laureles para Pepe Peregil, al que tuve ocasión de conocer en Quitapesares, cuando me habló de su llegada a Sevilla, de la Misa Cofrade que grabó con el grupo Cantores de Híspalis o de la añoranza que sentía por su pueblo y su calle Alvárez Quintero.
Cuando se van estos personajes populares uno comprende la deuda que Sevilla mantiene con ellos. Una deuda perenne con José Antonio Garmendia, con Paco Gandía, con El Pali, con Peregil… Nombres que han hecho/hacen posible la pequeña gran historia de la ciudad.
Como éste onubense que conquistó Sevilla con el corazón. 'De pata negra'. De ahí hoy nuestro homenaje más sincero: marchando una corona de laurel en forma de papel de hoja volandera para Peregil. El hombre, el artista.
Laurel para ‘Peregil’
Como ser humano era de 'pata negra', un tabernero que solía cantar sus sevillanas, acompasadas a golpes de nudillos
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