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Curioso Empedernido

Alfonsina Rebelada

Entre tanto paro y tanta ruina, un ciudadano español, Amancio Ortega, dueño de la cadena Zara, ascendía a ser la tercera fortuna del mundo, lo que no es malo sino todo lo contrario

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Nuestra amiga no era la poetisa  Alfonsina Storni que se suicidó en 1938 en Mar del Plata, saltando desde una escollera, y que después recogieron en un homenaje musical a ritmo de zamba los compositores Ariel Ramírez y Félix Luna en una bellísima canción internándose lentamente en el mar, y que tan bien interpretaba Mercedes Sosa.

La protagonista de esta historia es una trabajadora en este país, España, y en este año 2012, que con su esfuerzo e inteligencia deja su huella en las cosas que hace, pero no puede más, está rebelada y llena de angustia porque a sus cuarenta y cinco años, ve que con la Reforma Laboral del señor Rajoy y el gobierno del PP, sus derechos se van directamente al carajo o al cubo de la basura.

Ella, en estos tiempos que corren en los que vamos de susto en susto y de sobresalto en sobresalto,  había  muchas cosas que por mucho que intentarán explicárselas con palabras bonitas y biensonantes no las entendía, como por ejemplo que el presidente de su país don Mariano Rajoy se fuera tranquilamente de vacaciones con 4.557.455 desempleados y 1.700.000 familias con todos sus miembros en el paro.


Tampoco, Alfonsina comprendía como estos hombres y mujeres que decían y presumían que trabajaban por nuestros intereses desde el ejecutivo del PP, no se alarmaban que con cuantos más recortes y ajustes ellos aprobaban el conjunto de los españoles y españolas estábamos peor y sus amigos se seguían llevando el dinero a espuertas a los paraísos fiscales, pero ellos persistían que iban a continuar haciendo reformas para sacarnos de la crisis, lo que no decían si vivos o muertos.

Era alarmante como el actual gobierno de Rajoy solo había traído sufrimiento y desesperanza a los trabajadores. Más paro, bajada de salarios y perdida de derechos conquistados desde hacía décadas, despido libre, incluso por enfermedad con baja médica, menos protección en la situación de desempleo y más impuestos y precios más altos. Eso sí, ninguna medida para crecer y crear empleo. Vamos, como para estar dando saltos de alegría.

Nuestra amiga estaba preocupada y asqueada, porque veía como cada día retrocedíamos en las libertades democráticas y se cesaba a los buenos profesionales en RTVE para colocar a sus voceros y amiguetes, o se amenazaba a las Asociaciones como la Facua, con perder la subvención correspondiente si continuaban criticando al gobierno, y  no se plegaban a sus deseos, ya que eso era pecado mortal y no podía hacerse bajo ningún concepto.

Nadie sensato y con una mínima sensibilidad podía asumir, que el PP fuera satanizando a distintos colectivos como los funcionarios, los periodistas que querían hacer su tarea con independencia,  las mujeres, los pensionistas o los parados y ahora habían colocado en el foco a los inmigrantes, y particularmente a los sin papeles, que tendrían que pagar 710 euros al año si querían asistencia sanitaria, lo que no dejaba de ser un cinismo cruel.

Entre tanto paro y tanta ruina, un ciudadano español, Amancio Ortega, dueño de la cadena Zara, ascendía a ser la tercera  fortuna del mundo, lo que no es malo sino todo lo contrario, siempre que sus plusvalías generen riqueza y empleo en nuestro país, pero al mismo tiempo en los primeros cinco meses de este año la fuga de capitales logra un récord en nuestra España, con 163.155 millones evadidos.

Alegría, pueblo en tierras alavesas, ante la situación de crisis, fue el primer ayuntamiento de España en pedir a la iglesia que pague el IBI, pero con este gobierno, vivir cada día no es precisamente un ejercicio de felicidad sino un valle de pesares, pesadillas y lágrimas, en el que se nos pide que cerremos la boca y apretemos los dientes para no lanzar improperios. Pero miren ustedes, eso no es posible, porque nosotros, como le ocurría a nuestra Alfonsina, tenemos sobradas razones para protestar, por lo que estamos padeciendo y porque sospechamos y sabemos que lo peor, seguro que está por venir.

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