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Muchas burbujas y poco champán

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Las noches electorales se han convertido en un desfile de presuntos vencedores donde todos ganan y nadie pierde, más aún cuando los triunfos y las derrotas navegan sobre los mares de la ambigüedad. Este pasado domingo, Javier Arenas se asomaba al balcón popular a celebrar su primera victoria en Andalucía con la cara que se les pone a los políticos cuando anuncian su renuncia al cargo. La prueba más evidente de ello es que nadie saltaba de júbilo junto a él. A esa misma hora, los socialistas de Griñán celebraban con champán su primera derrota en unas elecciones autonómicas; y en Jerez, una destacada dirigente hablaba del inicio de un nuevo tiempo en Andalucía. Vivir para ver. Han perdido, pero les da igual. El único partido que puede celebrar algo es Izquierda Unida, porque realmente es quien experimenta un incremento notable en su número de representantes. Ocurre, sin embargo, que la victoria de los comunistas es la propia antesala de su derrota, porque realmente son ellos quienes pagan el champán que corría por la sede socialista. Valderas apenas va a tener tiempo de sacar pecho, porque antes de que las urnas vuelvan al almacén a la espera de una próxima consulta se va a ver en la obligación de regalar sus votos al PSOE con el manido pretexto de “frenar a la derecha”. Resulta paradójico que los votos pescados en el caladero del desencanto socialista sirvan ahora para apuntalar al encallado barco de Griñán. Por eso, la victoria moral de IU se antoja sólo el primer paso imprescindible para que esos votos regresen a su origen. El 25-M no ganó nadie, perdieron todos. El PP porque dejó pasar una oportunidad histórica para gobernar en Andalucía, el PSOE porque cosechó su peor resultado en unas autonómicas e Izquierda Unida porque va a firmar una hipoteca que acabará en desahucio seguro. Por si esto fuera poco, perdieron todos porque la elevada abstención evidencia que muchos ciudadanos no encuentran motivos para acudir a las urnas ni siquiera en una coyuntura tan adversa como la actual. O se lo hacen mirar, o esto no acaba bien. Tiempo al tiempo.

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