Cine de lujo entre amigos
El director de cine Benito Zambrano asiste a la proyección 'arcense' de su película 'La voz dormida'
En el coloquio que siguió a la proyección de La voz dormida, película del director Benito Zambrano que opta a los Premios Goya, el propio Zambrano pronunció esa frase que resume muy bien el tipo de cine que realiza desde que apareció Solas, aquel álbum de rostros llenos de dolor, de angustia, de amor y de esperanza.
El cine es luz y trapo, dejó dicho el poeta Vicente Núñez, y en los locales de la granja escuela de la Junta de los Ríos se demostró el otro día cuánto hay de verdad en esa frase. Una pantalla y un proyector, más la amabilidad de la Asociación de Mujeres de la Junta de los Ríos, y la cortesía de Zambrano, que una vez más honra a nuestro pueblo presentando aquí sus películas, congregaron a doscientas personas para ver en la ficción los rostros de una verdad, los dolores, angustias, desesperanzas y amores de una guerra que hubo aquí hace muchos años pero que aún sigue conmoviéndonos.
Mujeres mayores, que vivieron de niñas aquellos tiempos, jovencitos curiosos que quisieron asomarse a la guerra de sus mayores, políticos de la nueva ola, representantes institucionales, además de prensa y amigos, acudieron a la proyección que fue seguida de un coloquio denso y fructífero, prueba del interés que despertó la película.
“El cine es la cara de los actores”y La voz dormida es una película de primeros planos, de rostros que expresan la rebelión ante la injusticia, el brillo del amor, la luz de la inocencia, la monstruosidad de los inquisidores, el último grito de los fusilados. La voz dormida, basada en el relato homónimo de la escritora Dulce Chacón, es la historia de una cárcel de mujeres en el Madrid de los primeros años cuarenta, mujeres acusadas de delitos tales como saber leer, ser republicanas o novias de republicanas, o apoyo a la resistencia que durante algunos años siguió al final oficial de la guerra.
Pero La voz dormida no es una película más sobre nuestra guerra civil, ni es una película inspiradora de odios. De "La voz dormida" se sale con ganas de paz, con ganas de reconciliación. Una gran enseñanza para los jóvenes que acudieron, que merecen conocer la historia sin aditamentos doctrinarios. Aquello no debió ocurrir -lo dice uno de los personajes de la película- y esa es la más alta tesis de esta película en la que Benito Zambrano ratifica una vez más que sabe sacarle toda la emoción y toda la verdad al rostro de sus actores, de sus actrices en este caso. Mención especial merece la actriz María León, que borda el papel de chica pueblerina, inocente, buena, dulce y fuerte, capaz de hacerse cargo de la hija de su hermana fusilada y de mantener vivo su amor con un guerrillero al que tarda casi veinte años en poder abrazar.
A veces se plantea si hay que seguir escribiendo o filmando sobre la guerra civil. No tiene por qué ser malo siempre que no se haga con interés revanchista, siempre que se busque la verdad y la reconciliación como la busca el director Benito Zambrano, Por eso, y por sus primeros planos, se merece los Goya.
El cine es luz y trapo, dejó dicho el poeta Vicente Núñez, y en los locales de la granja escuela de la Junta de los Ríos se demostró el otro día cuánto hay de verdad en esa frase. Una pantalla y un proyector, más la amabilidad de la Asociación de Mujeres de la Junta de los Ríos, y la cortesía de Zambrano, que una vez más honra a nuestro pueblo presentando aquí sus películas, congregaron a doscientas personas para ver en la ficción los rostros de una verdad, los dolores, angustias, desesperanzas y amores de una guerra que hubo aquí hace muchos años pero que aún sigue conmoviéndonos.
Mujeres mayores, que vivieron de niñas aquellos tiempos, jovencitos curiosos que quisieron asomarse a la guerra de sus mayores, políticos de la nueva ola, representantes institucionales, además de prensa y amigos, acudieron a la proyección que fue seguida de un coloquio denso y fructífero, prueba del interés que despertó la película.
“El cine es la cara de los actores”y La voz dormida es una película de primeros planos, de rostros que expresan la rebelión ante la injusticia, el brillo del amor, la luz de la inocencia, la monstruosidad de los inquisidores, el último grito de los fusilados. La voz dormida, basada en el relato homónimo de la escritora Dulce Chacón, es la historia de una cárcel de mujeres en el Madrid de los primeros años cuarenta, mujeres acusadas de delitos tales como saber leer, ser republicanas o novias de republicanas, o apoyo a la resistencia que durante algunos años siguió al final oficial de la guerra.
Pero La voz dormida no es una película más sobre nuestra guerra civil, ni es una película inspiradora de odios. De "La voz dormida" se sale con ganas de paz, con ganas de reconciliación. Una gran enseñanza para los jóvenes que acudieron, que merecen conocer la historia sin aditamentos doctrinarios. Aquello no debió ocurrir -lo dice uno de los personajes de la película- y esa es la más alta tesis de esta película en la que Benito Zambrano ratifica una vez más que sabe sacarle toda la emoción y toda la verdad al rostro de sus actores, de sus actrices en este caso. Mención especial merece la actriz María León, que borda el papel de chica pueblerina, inocente, buena, dulce y fuerte, capaz de hacerse cargo de la hija de su hermana fusilada y de mantener vivo su amor con un guerrillero al que tarda casi veinte años en poder abrazar.
A veces se plantea si hay que seguir escribiendo o filmando sobre la guerra civil. No tiene por qué ser malo siempre que no se haga con interés revanchista, siempre que se busque la verdad y la reconciliación como la busca el director Benito Zambrano, Por eso, y por sus primeros planos, se merece los Goya.
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