Según el escrito de calificación fiscal, los hechos tuvieron lugar en 2005, cuando el procesado, que cuenta con “múltiples antecedentes penales por robo”, se dirigió a un establecimiento comercial con la cara tapada para evitar ser reconocido y con la mano en el interior de la camiseta que llevaba simulando que portaba un arma.
Una vez en el local, el acusado ordenó al empleado que se tirase al suelo agarrándolo del cuello, al tiempo que le preguntaba dónde estaba el dinero de la tienda. A continuación, se llevó la recaudación de la caja registradora, rompió una vitrina para llevarse un teléfono inalámbrico y también el móvil y la cartera del empleado, que contenía su DNI, tarjetas bancarias y cinco euros en metálico.
La Fiscalía señala que aún no han sido tasados los daños causados en el local y los efectos sustraídos del mismo, mientras que el teléfono móvil del empleado está valorado en 90 euros. Significa, asimismo, que en el momento del robo el acusado estaba condenado en sentencia firme por varios delitos de robo con fuerza o con violencia e intimidación.
El Ministerio Fiscal considera que los hechos descritos son constitutivos de un robo con violencia e intimidación, concurriendo las circunstancias agravantes de multirreindidencia y de disfraz, por lo que pide para el acusado un a pena de seis años de prisión.
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