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Última Columna

Guion de vida a seguir

Apreciar aún más su fortaleza y su determinación.Su felicidad constante. Su gratitud, y su flujo de amor a la vida a través de su espiritualidad

Publicado: 01/04/2025 ·
08:31
· Actualizado: 01/04/2025 · 08:31
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Autor

Rafael Fenoy

Rafael Fenoy se define entrado en años, aunque, a pesar de ello, no deja de estar sorprendido cada día

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En este blog se pretende compartir análisis, reflexión y algo de conocimiento contigo persona lectora

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Hace unas pocas horas una mujer dejó la vida, a sus 94 años. La muerte, siempre presente, pone punto y final, inapelable, a la realidad de la existencia. La persona al morir se ausenta definitivamente del mundo en el que se desarrolló desde su nacimiento. En el caso que ocupa, este tuvo lugar en Alicante un primero de abril de 1931, año republicano por antonomasia. Concretamente el parto acaeció en una casa de la calle Viriato número 12. Fue inscrita en el registro civil con el nombre de María Rico Carmona. Hija de Enrique y de María. Y si de esta recién nacida mucho se puede relatar de su padre y madre habría para un film de los de Guerra y Paz.

Marieta, como se le llamaba, con 5 añitos y sin ella quererlo ni pretenderlo, comenzó a vivir la guerra incivil provocada por el golpe militar de los generales sublevados contra la República. Hermana menor en ese momento de 3 hermanos, varones todos. Enrique, Manolo y José. El mayor le llevaba 12 años de diferencia y el más pequeño 5 años. Una niña chica entre tres varones que se la rifaban. Y precisamente otro primero de abril, esta vez de 1939 terminó la contienda con el triunfo de los golpistas y el establecimiento del terror. Ese mismo día, cumpliendo 8 añitos, entraron en Alicante las tropas de los Moros y los italianos. Días antes su padre, que trabajaba en el puerto, decía en casa que había muchos barcos que se llevaban a la gente que huía. Miles de personas ansiaban salir de España y ese 1 de abril partió el último barco, dejando a miles sin esperanza. Ese día era el último barco que salía.

A partir de ahí todo fue muy duro. A los 17 días de acabar la guerra metieron a su padre en la cárcel. Su madre, dos días después, dio a luz a su hermana Pepita. Adquirieron, sin comerlo ni beberlo, el estatuto de “Rojos”. Las consecuencias no se hicieron esperar. La casa donde vivía la familia era de alquiler y el dueño de la casa aprovechó para echarlos. Como eran “rojos” y el propietario la quería, llegaron varios hombres pusieron los pocos muebles que poseían en la calle. De eso se acuerda muy bien rememorando, de vez en cuando, esta desesperante situación. La familia, con el padre preso sin saber por qué, se cobijó como pudo en varias habitaciones de vecinos. 30 meses estuvo su padre encarcelado, con pena de muerte, conmutada primero por cadena perpetua y posteriormente con destierro. Y al salir de la cárcel, la familia tuvo que abandonar Alicante para trasladarse a Algeciras. Como los barcos pesqueros de Alicante venían a parar a Algeciras, un tío suyo los acogió. Ella llegó a esta ciudad con 10 años. Y a esa edad y con su hermano pequeño todos los días llevaban pescado recién pescado por su padre al Hotel Cristina, donde el director, el inglés Míster Len se lo compraba. Ella se percató que otras personas le traían cosas de Gibraltar y como su madre vendía de estraperlo las cosas de Gibraltar, se animó a ofrecerle llevárselas a míster Len que aceptó el ofrecimiento. La Algeciras de la postguerra, con miles de personas trabajando en Gibraltar, no llegó a pasar las penurias de otras zonas de España, donde el fantasma del hambre hacía estragos.

Su madre también vendía a los barcos pesqueros comestibles, pan, aceite, café, azúcar…Ella no iba al colegio, ya que “los rojos” no tenían derecho de ir al colegio. Su formación fue adquirida en una clase particular por la tarde. Ahí aprendió las cuentas, lo básico porque su madre le había enseñado a leer. En Algeciras, al igual que muchos miles de personas, vivía la familia en un patio de vecinos. La familia propietaria que habitaba en una amplia casa a la entrada del patio, con fachada a la calle Juan Morrison, y 4 familias arrendadas en el interior del patio en dos habitaciones y una pequeñísima cocina. Un grifo de agua potable y un retrete para todas las personas arrendadas.

Muy joven con 13 años ennovió con Rafael, el que sería su marido toda su vida. El noviazgo era de los antiguos. Siempre tenía que llevar a alguien de compañía, “una carabina” como se decía. Su padre no quería al novio, porque era andaluz. Quería para su hija un novio que fuese valenciano, Siempre iba con alguien, su tío, su amiga “la Tata” que vivió siempre con ella, incluso cuando se casó. Fue su primera y mejor amiga desde los 10 años. Queda mucho que contar de la vida de Marieta. Noventa y cuatro años dan para mucho aunque, para quienes la conocieron de cerca, pasaron como un suspiro. Hoy sólo queda, después del óbito, el silencio y el recuerdo que acompañarán a sus cinco hijos, nueras, yernos, nietos y biznietos, todas sus vidas.

Descanse en Paz.

Fdo Rafael Fenoy

 

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