España no debe cerrar las actuales centrales nucleares, sino duplicar su número "si es que queremos llegar a la neutralidad climática en 2050 como pide el Informe Draghi" y completar la descarbonización energética, ha advertido a EFE el expresidente de la Sociedad Nuclear Española (SNE) Adolfo García Rodríguez.
El Informe Draghi, elaborado por el político, economista y banquero italiano Mario Draghi a petición de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, como hoja de ruta de Bruselas para recuperar la fortaleza económica de la UE, se basa en tres puntos principales: innovación, descarbonización y seguridad económica.
“El planteamiento es llegar a la neutralidad en el año 2050" pero "de aquí a entonces está previsto duplicar el consumo de energía eléctrica" por lo que, "contando con la electrificación y el aumento del consumo en ese período, razonablemente habría que duplicar lo que hay en este momento".
España cuenta con cinco centrales y siete reactores atómicos: Almaraz I y II, Ascó I y II, Cofrentes, Trillo y Vandellos II que "generan en torno a 7,5 GW, por lo que tendríamos que construir otro tanto" para poder cumplir las indicaciones europeas en cuanto a descarbonización, indica García Rodríguez.
Costes enormes
Este ingeniero, también expresidente del Foro Nuclear y exvicepresidente del Foro de la Industria Nuclear Europea, reconoce que es posible cerrar las centrales nucleares y desmantelar la industria y la tecnología relacionadas, pero a su juicio los costes serían tan enormes como innecesarios.
Aplicar la apuesta del actual Gobierno a través del Plan Nacional Integrado de energía y Clima (PNIEC) de entrada "supone enterrar 30.000 millones de euros de las infraestructuras sin que haya una justificación para ello".
Además habría que sumar otros 60.000 millones de euros de inversión para construir centrales reversibles de bombeo que almacenaran la energía eólica o solar y para ampliar la red de energías renovables a fin de conectar todo el territorio que actualmente cubren las instalaciones nucleares.
Varias ventajas y un inconveniente
"Hay sitio para la energía nuclear y para las renovables", insiste García Rodríguez: la primera, como energía de base, "ya que funciona a plena carga durante el 87 % del tiempo todos los años" y las segundas, de suministro más irregular, para cubrir el resto de demanda.
García Rodríguez recuerda que España organizó su parque nuclear siguiendo la experiencia y reglas del de EE. UU., lo que garantiza su fiabilidad y seguridad, puesto que centrales norteamericanas como la de North Anna en el estado de Virginia, que sirvió de referencia para las instalaciones de Almaraz y Ascó, "han obtenido una prórroga para funcionar hasta los 80 años".
El programa nuclear español "viene de antiguo y antes de la moratoria nuclear de 1983 ya había unidades previstas -que no llegaron a construirse- en emplazamientos que hoy siguen siendo cualificados", subraya.
Tampoco la disponibilidad de agua es problemática en casos de sequía, pues "las torres de refrigeración secas, aunque menos eficientes, pueden sustituir a las húmedas para reducir el consumo hídrico".
En su opinión, "el único problema real" que presenta la generación de energía nuclear es el riesgo de accidente severo derivado de escapes radioactivos, pero "ahí es donde está dirigido todo el diseño de las centrales y el control de los organismos reguladores" hasta el punto de que la probabilidad de un siniestro de este tipo en España, hoy, es del 0,0000001 %”.
Respecto a los residuos nucleares, no los considera un problema, sino un recurso aprovechable en el futuro con el desarrollo de las técnicas adecuadas. De hecho, "ya se pueden reutilizar, pero no se hace para respetar los acuerdos de no proliferación de armas nucleares".
En todo caso, los almacenes de residuos en instalaciones profundas y estables "no exigen una geología infrecuente y permiten sostener esta práctica en el largo plazo".
Por todo ello, García Rodríguez considera que la oposición política a las nucleares es una postura ideológica "heredada de los años 70' cuando surgió un movimiento en EE. UU. contra los altos costes de construcción de las centrales, que llegó a España ya en democracia" pero que a día de hoy "no refleja la percepción mayoritaria de la población española".