El Parlamento Europeo ha puesto sobre la mesa uno de los debates económicos más trascendentales para el futuro del continente: la necesidad de garantizar su competitividad en un mundo en constante evolución. En este contexto, la Comisión Europea ha lanzado la 'Brújula de la Competitividad', una estrategia que busca definir el camino a seguir en los próximos años y afrontar los retos que determinarán su papel en la economía global.
Un continente ante el desafío del crecimiento
Europa se enfrenta a un dilema crucial: su productividad ha disminuido mientras sus necesidades económicas siguen en aumento. Mario Draghi, expresidente del Banco Central Europeo, lo resumió con claridad: “Con esta baja productividad, nuestras necesidades están aumentando, y están aumentando porque hemos fijado una serie de ambiciones que creemos que son muy importantes. Queremos preservar nuestro modelo social, pero las necesidades de inversión que todo esto implica son enormes”.
Para responder a estos desafíos, la Brújula de la Competitividad se apoya en tres pilares esenciales: innovación, descarbonización y seguridad.
Innovación y tecnología: la gran apuesta europea
El retraso tecnológico respecto a Estados Unidos y China ha impulsado iniciativas como los programas 'Apply AI' y 'AI Gigafactories', que buscan potenciar la inteligencia artificial y la producción de semiconductores en el continente. En este sentido, José María Álvarez-Pallete, economista y expresidente de Telefónica, subraya la importancia de la coordinación industrial: “Europa necesita una política industrial coordinada para competir en un mundo dominado por gigantes tecnológicos. La desregulación es clave para que podamos igualar el nivel de competencia con Estados Unidos y China”.
Descarbonización: hacia una economía verdeacelerar la independencia energética y reducir la huella de carbono
El segundo pilar es la transición energética. La Unión Europea ha presentado un Pacto Industrial Limpio y un Plan de Acción para una Energía Asequible, cuyo objetivo es facilitar la inversión en energías renovables y eliminar trabas burocráticas. Estas medidas buscandel continente.
Seguridad y resiliencia: protegiendo el futuro europeo
El tercer eje se centra en garantizar el suministro de materias primas y tecnología limpia mediante nuevas alianzas comerciales. Con la creciente inestabilidad geopolítica, Europa busca diversificar sus fuentes de abastecimiento y fortalecer su autonomía estratégica.
Andalucía y la Agenda 2030
En el plano regional, Andalucía ha alineado su estrategia de desarrollo con la Brújula de la Competitividad, priorizando la digitalización y la sostenibilidad. Con 14,5 gigavatios de capacidad renovable instalada, la comunidad se ha convertido en referente de la transición energética en Europa.
Juanma Moreno, presidente de la Junta de Andalucía, destaca el crecimiento de la región: “Pocas comunidades autónomas han experimentado un crecimiento tan amplio como el nuestro. Nos estamos convirtiendo en el epicentro de la producción de energía en Europa. Un círculo virtuoso que nos posicionará no sólo en España, sino en toda la UE”.
Uno de los proyectos más ambiciosos en esta línea es el Valle Andaluz del Hidrógeno Verde, con una inversión de 2.200 millones de euros. Sin embargo, Moreno ha insistido en la necesidad de mejorar la infraestructura eléctrica para potenciar estas iniciativas: “Es un instrumento pionero que agiliza iniciativas estratégicas para nuestra economía. Sin embargo, para que estos proyectos avancen más rápido, es necesario que Andalucía esté vertebrada eléctricamente. Hacemos un llamado al Ministerio de Transición Ecológica para que acelere la planificación de transporte energético”.
Con una visión clara y medidas concretas, la Unión Europea busca liderar la transformación económica global. La pregunta ahora es si será capaz de estar a la altura del desafío.