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Andalucía

De la polarización al hartazgo ciudadano: la crispación parlamentaria no beneficia

Expertos en comunicación política y exparlamentarios vinculan el tono crispado en ambas cámaras con el aumento de la polarización

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  • Congreso de los Diputados. -

La bronca política y la crispación se han instalado en los debates parlamentarios en una espiral que genera desafección y aleja a los ciudadanos, hartos de tanta polarización, de la información y actividad política.

Expertos en comunicación política y exparlamentarios vinculan el tono crispado en ambas cámaras con el aumento de la polarización de la sociedad española.

El director de Asuntos Públicos de la consultora de comunicación Llorente y Cuenca (Ll&C), Alejandro Manso, señala que las redes sociales y sus algoritmos premian los "mensajes subidos de tono" frente al análisis sosegado. La popularización del uso de estas plataformas para informarse impulsa, en paralelo, el traslado de esta dinámica al debate parlamentario.

"Un efecto de estos mensajes es la desafección creciente hacia las instituciones en España, sobre todo por parte de las nuevas generaciones que son más líquidas o menos estructuradas", alerta Manso.

Una polarización emocional

En esta estrategia comunicativa son frecuentes los reproches personales y los insultos, es decir, argumentos emocionales que empobrecen el debate político y que, según advierte a EFE el catedrático de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y especialista en comunicación política José Luis Dader, "personalizan y escenifican" la política en detrimento de los problemas políticos reales.

De hecho, el exsecretario general del PSOE en el Congreso Eduardo Madina, histórico defensor del debate político sosegado, considera que lo que se esconde tras esta crispación parlamentaria es una "escasez de proyectos políticos de calidad".

"Creo que el Congreso debería parecerse más a la sociedad. (...) La calle, las empresas o las universidades no tienen esa temperatura. El volumen de polarización es impropio de una sociedad que no se trata así, que no se habla así", asegura Madina en una conversación con EFE.

En este sentido, Dader añade que la polarización emocional que propicia la crispación no corresponde con la distancia ideológica entre los ciudadanos, la cual considera que es mucho menor, pues "hay mayor rechazo a personas concretas del adversario que a las medidas concretas que pudieran proponer".

¿Quién se beneficia?

Otra consecuencia de la crispación política que preocupa a los expertos en comunicación es el "desvío de la atención" que consiguen los partidos para "evitar un análisis de fondo" de la situación política del país, tal y como sostiene Dader, quien advierte que "no cabe decir que todos son crispantes por igual".

A su juicio, el papel de los medios de comunicación es "diferenciar" quién resulta beneficiado de forma partidista del debate desvirtuado y, como añade Manso, crear "espacios de debate mucho más sosegados" y una "foto fija" de la situación política.

En este sentido, Soledad Becerril, exdiputada del PP y ex Defensora del Pueblo, cree que la crispación política se ha vuelto "permanente", a pesar de que ha habido otras "discusiones graves a lo largo de los años". Al igual que Madina, considera que esta situación realmente no beneficia a los partidos políticos.

Aunque los ataques personales puedan llamar la atención de la opinión pública, Becerril insiste en que despiertan "el rechazo de los ciudadanos" y empeoran el "sistema democrático".

La búsqueda del consenso

Además de desviar la atención ciudadana de los problemas políticos, estas estrategias de comunicación reducen las posibilidades de que formaciones políticas distantes ideológicamente lleguen a acuerdos en beneficio de la población.

Según Alejandro Manso, esta dificultad de alcanzar pactos "no es saludable" y necesita un remedio "potenciando espacios de conversación dilatados en el tiempo, no solo con el que tienes enfrente sino también con el que tienes al lado" para lograr el consenso.

Una moda internacional

No obstante, la subida de tono de los debates parlamentarios forma parte de una tendencia política global de apostar, como clave del éxito electoral, por "líderes que adoptan las posturas más estridentes (...) y que desacreditan cualquier crítica que se les pueda hacer", recuerda Dader.

Los expertos en comunicación política señalan el Brexit y la primera legislatura de Donald Trump como episodios determinantes de esta tendencia política que se repitieron en múltiples países y en los que, según Manso, "se buscó potenciar la parte más visceral o menos racional de los votantes".

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