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Desde la Bahía

Velázquez no lo hará

En el confiábamos para conseguir una relación pacifica y una indestructible unión entre los ciudadanos y los ciudadanos y los pueblos de España

Publicado: 05/11/2023 ·
18:46
· Actualizado: 05/11/2023 · 18:46
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Autor

José Chamorro López

José Chamorro López es un médico especialista en Medicina Interna radicado en San Fernando

Desde la Bahía

El blog Desde la Bahía trata todo tipo de temas de actualidad desde una óptica humanista

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Eran ya nueve meses de asedio. El gobernador holandés de Breda. Justino de Nasseau, consciente de que es imposible soportar por más tiempo esta situación, acaba por entregar las llaves de la ciudad a la Monarquía Hispánica, representada por el General Ambrosio Spínola. La victoria tuvo vital importancia.

La gesta de Breda merecía quedar representada en un lienzo. Velázquez lo consiguió con tal realidad y maestría, que el cuadro ha dejado atrás autor y estilo, para enaltecer la escena donde la dignidad del vencido que se inclina ante el vencedor como señal de rendición y sometimiento, es correspondida con la actitud tierna y cariñosa del vencedor que, con su sonrisa y palmada en la espalda, le muestra que no existen generales victoriosos, soberbios o engreídos, ni ningún tipo de humillación, sino solo reconocimiento del respeto mutuo y de la calidad personal de los integrantes en la contienda. Eran tiempos de enseñanza de valores éticos, profesionales y morales, de palabra y de cumplimiento. Orgullo de una nación cohesionada.

No ha habido especial suerte con los miembros que han ocupado el poder posteriormente, sobre todo a partir de 1783. Quizás haya sido por falta de coincidencia entre talento y oportunidad, debido a la ausencia de uno u otra o de ambos al par. En diciembre de la fecha señalada un artículo dedicado a nuestro país  y publicado en la Encyclopedie Methodique tenía frases que nos calificaba como indolentes, perezosos, pueblo infantil, sumido en la ignorancia, anclado en el espíritu religioso y bajo el mando de iglesia e Inquisición. Se divide la opinión pública entre los que creían que precisábamos ideas ilustradas y reformistas que superaran según ellos “aquellas verdades” y los que lo consideraron como un ataque al honor, una serie de insultos hacia la nación de pseudointelectuales franceses. Se llegó a suprimir y dejar de vender aquel texto, pero su lectura e influencia había llegado hasta Estado y Prensa y  y el enfrentamiento comenzó a consolidarse. Media España insultaba a la otra media y mohínos y exaltados perpetuaron la discrepancia. Los cimientos de la nación por la acción de esta desmesurada grieta, dividieron en dos a España. Luego Liberalismo y Absolutismo, una verdadera guerra cultural e ideológica se encargó de aumentar la separación de los dos bloques, que finalmente y conocido por los más viejos del lugar desembocaron en dos tendencias, azules y rojos, y en una guerra fratricida, sangrienta y trágica que absurdamente no se quiere olvidar, sino que cada vez se exaltan más insultos odios e incluso agresiones y el concepto de las “Dos Españas” se eterniza.

Pero no paraba ahí el mal. Carlos II, último de los Austrias que reinaron en España, murió sin descendencia. Guerra de la Sucesión, entre la Casa de Austria y la de Borbón y esta división alcanza su cenit en la sociedad catalana, defensora de la primera y al frente de la misma Rafael Casanova, ejemplo del independentismo e icono de la Fiesta Nacional de Cataluña. Barcelona capituló ante Felipe V. Casanova fue herido, pero no murió como se dejó decir, en combate, siendo finalmente amnistiado y ejerciendo como abogado hasta su muerte. Pero son curiosas frases de sus arengas o proclamas: Portando el estandarte de Santa Eulalia, decía “No diga la malicia o envidia que no somos dignos de ser catalanes”. “Por nosotros y por la nación española peleamos”. “Hoy es el día de morir o vencer, defendiendo al rey, la fe de su religión y sus privilegios”.

Siglo XXI. El progreso científico y cultural enorme. En el confiábamos para conseguir una relación pacifica y una indestructible unión entre los ciudadanos y los pueblos de España. La realidad ha sido otra. España ahora asedia a los independentistas con la cabeza inclinada hacia el suelo y el cuerpo genuflexionado. No hay lucha por defender la Monarquía Parlamentaria. Los representantes de nación se presentan como vencidos, aunque soberbios y engreídos en conservar el poder que ostentan. A cambio de ello, Constitución y tradiciones se apisonan y pagan con “treinta monedas” a un independentismo fugitivo de la Justicia con el que montan, allá en su refugio, oprobiosas escenas donde las escenas y “palmadas de hombro” tienen un aroma de humillación irrespirable.

Velázquez sigue vivo entre nosotros. En una imaginativa entrevista le preguntaron, ¿no le gustaría a usted realizar un gran cuadro, una pintura genial, de una de estas reuniones? Emulando a uno de nuestros mejores presidentes. de nuestra democracia, secamente le respondió: Por quien me toma. Esta no es mi España.
Mientras el representante del gobierno sigue hablando de bienestar y progresismo. Alguien emulando, esta vez a nuestro Rey Emérito, debía de contestarle, ¿por qué no te callas? Creo que el silencio sería la mejor virtud para que la palabra “amnistía” emulando a las lanzas del cuadro citado, quedara en posición vertical, fuera del uso para la contienda, que es donde se hiere a los ciudadanos.  

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