Si algo lo vives con pasión, ese algo te puede y te carcome, como la locura o como la vida misma. El periodismo es igual que una droga- de las duras- y solo tocarlo , ya te embriaga y te posee.
Es por ello, por lo que a periodistas de medio mundo les pagan tan mal, los tratan tan mal y hacen cosas – para ganarse el sustento-que a los demás mortales nos parecen de fábula. Josefina me fichó para su niño bonito ”el Puerto Información” supongo , que, porque vio en mi , más de lo que veía yo misma, que no sabía muy bien de qué iba todo esto de la opinión y que me parecía más tijeretazos de políticos, que otra cosa. Yo escribía entonces en otro periódico local , para marear la perdiz y cuando le pregunté por qué me quería en el suyo , me contestó que porque –a gusto de ella- lo hacía un poco mejor que el resto de mis compañeros.
Los que la conocieron sabrán de la importancia de sus palabras- de sus escasas y medidas palabras-la tranquilidad con que decía las cosas y que no era mujer dada al elogio fácil , ni a las estratagemas, sino dura y directa, fiel a su estilo y con una dulce amargura en los ojos, supongo que regalo de los amores perros , que trae el periodismo , cuando has depositado en él mucha vida y todas tus esperanzas.
Una de las primeras cosas que le pregunté - y eso que era yo la entrevistada- fue que qué había dejado en el camino y ella se sorprendió y me dijo que nada, que había sido duro para una mujer llegar a dirigir un periódico , en un mundo en que predominaban hombres, máxime cuando ella había empezado muy joven, pero que tampoco le había costado tanto…Pero yo supe que sí, que las lecciones cuestan y que un trabajo que te lleva desde por la mañana, hasta altas horas de la noche, te pasa-antes o después –factura, si lo haces, como debe hacerse.
Al saber de su muerte , me llegó el eco de su risa de arrullo de paloma y lo decidida que era dentro de ese cuerpo suyo que parecía frágil y de poco carácter, debido en gran medida a su timidez y a lo poco dada que era a llevar protagonismo en nada.
Renegaba del periodismo, como yo lo hago de mis hijos, a los que quiero con locura, porque al igual que ellos , que se hacen mayores a golpe de independencia y se transmutan en algo que no conocemos, este trabajo, se vuelve confuso e inestable y te desloma la voluntad y te quita el aliento y el resuello…Pero aún así lo queremos, como lo quería ella, que lo ha dejado- solo- cuando la vida la ha dejado a ella. Cuando se fusionaron las cabeceras de Cádiz, San Fernando y El puerto, me llamó y me dijo que no temiese por mi trabajo, que ya ella lo había arreglado y que quería que yo fuese en cabecera y no en las páginas interiores…porque me lo merecía y yo se lo agradecí, porque no me lo esperaba…Estaba acostumbrada a sus mensajes sobre mis artículos , de si eran cortos o largos y sus advertencias de que no me pasase en el lenguaje , ni en el contenido, a los que poco a poco y según iba ganando confianza , hacía cada vez más oídos sordos.
La memoria es frágil y es tirada por el empuje del viento y ya sabemos lo que pasa aquí cuando sopla el levante con fuerza o el poniente o la madre que los parió a los dos juntos…Pero lo que no se puede llevar nadie es su trabajo, esos puertos información que salían como los bollitos bien hechos , con sabor a pan de pueblo, calentitos, francos y sinceros, con aroma a cosas importantes y no importadas, de la capital o del resto de España; con rostros amables de a pie de calle y con noticias que releías, bajo una marquesina , esperando el autobús o en una cafetería, tomándote el primer buche del nuevo día. Nadie se puede llevar lo mucho que nos dio y lo poco que nos pidió a cambio y esas tantas lecciones, contenidas en sus ojos, en su voz o en el silencio , de sus lentes y sus ojos negros.
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