A 5 de abril el Ayuntamiento aún no había podido pagar todas las nóminas de marzo, y aún necesitó de cuatro días más para poder hacerlo. A Casto Sánchez, encargado de defender la propuesta, le faltó eso, decir que había que pedir el adelanto porque el Ayuntamiento estaba “rigurosamente tieso”, o tieso como una mojama, o con menos dinero que el que se perdió en la isla, ante la evidencia de unas circunstancias que hacen presagiar momentos igualmente delicados en lo que queda de ejercicio.
No vino a solucionar las cosas que Manuel Chaves, en calidad de ministro, manifestara un día más tarde que no tenía constancia de la petición del Ayuntamiento jerezano y que creía que ya había llegado el momento de que cada consistorio comenzara a solventar sus penurias económicas por su cuenta, sin tener que mendigar el apoyo del Estado cada vez que las arcas se quedaban tiritando. Esa misma tarde, su gabinete de prensa publicaba una aclaración-rectificación: Chaves no había entendido bien la pregunta y no se refería en exclusiva al Ayuntamiento de Jerez, sino a todos los ayuntamientos de España -se entiende que, entre ellos, también debe encontrarse el de Jerez-.
El lapsus, por tanto, no fue tal, aunque el ex-presidente de la Junta nos tuviera acostumbrado a los mismos, como aquel día en que acudió a la presentación de los nuevos productos tecnológicos de una multinacional japonesa y, en un intento de elogiar el progreso de la firma en cuestión, aseguró que la velocidad en la que se avanzaba en este terreno era tal que la mayoría de los productos expuestos al público para su venta iban a quedar obsoletos en poco tiempo. Se pueden imaginar el rostro de los representantes de la compañía ante el lapsus.
Donde no ha habido lapsus, aunque sí muchas lágrimas, ha sido en la culminación del proceso de destitución de los asesores del Ayuntamiento, primera de las medidas de reactivación económica previstas por la alcaldesa de Jerez, Pilar Sánchez, necesitada de gestos que restablezcan la credibilidad en un proyecto político que contó con el respaldo mayoritario de la ciudadanía en 2007 y que, a estas alturas de la travesía, va perdiendo apoyos de manera alarmante, como citan los resultados de algunas encuestas recientes.
De todas formas, el problema más determinante al que puede enfrentarse en estos momentos Sánchez no tiene nada que ver con la pérdida de apoyos en el electorado, sino con la pérdida de apoyos en el seno de su propio partido; entre otras cosas porque no se trata de dar alas al supuesto núcleo duro, sino de que ese núcleo duro termine siendo la única fuerza consolidada del PSOE local, con lo que ya ni siquiera habría que hablar de división interna, sino de la pugna entre ese bloque y la propia Pilar Sánchez. “Te vas a quedar sola si sigues adelante con el cese de los asesores”, le ha transmitido alguno de sus colaboradores más cercanos. Sola no, rigurosamente sola. Y ése es un rol que no puede permitirse en estos momentos, más aún si es consciente, como debe serlo, de aquellos que vienen dispuestos a hacerle la cama con una amplia sonrisa.