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El pobrecito hablador

Tiesos

Desde sus ventanas le grita a Andalucía y a los andaluces que somos unos tiesos, unos vividores, que nos vendemos nuestro voto por un plato de lentejas

Publicado: 16/10/2022 ·
11:43
· Actualizado: 16/10/2022 · 11:43
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  • Colegio Mayor Ahuja. -
Autor

Francisco Palacios

Palacios es matemático y programador. Publicó su único libro hace ya unos años y sigue siendo el autor más leído de su calle

El pobrecito hablador

Escribo sobre lo que me gusta, pero sobre todo sobre lo que me disgusta, como un grito desesperado para no ganarme una úlcera

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  • Andalucía es de las comunidades en las que menos horas de trabajo se pierden por absentismo laboral, año tras año
  • Es una tradición secular, muy de gente poco leída y que suele comunicarse a base de dibujitos y mensajes cortos

Hay una España mesetaria, cayetana, de rancias costumbres, que vive en un colegio mayor, que desde sus ventanas le grita a Andalucía y a los andaluces que somos unos tiesos, unos vividores, que nos vendemos nuestro voto por un plato de lentejas,aficionados a la siesta y a la fiesta.

Ese colegio mayor abre sus ventanas a la mínima oportunidad para soltar su pestilente mensaje centralista en cuanto huelen cualquier intento de empoderamiento de los valores y caracteres andaluces, ya sea su acento, su potencial, la defensa de lo propio ante el expolio continuado de sus riquezas naturales. Es el grito supremacista de aquellos que viven en los municipios más ricos del Estado contra los que seguimos a la cola.

Lo malo no es que mientan; Andalucía es de las comunidades en las que menos horas de trabajo se pierden por absentismo laboral, año tras año, a pesar de que nos echen a la cara que somos unos flojos y unos vividores a base de paguitas, cuando quienes resultan más privilegiados son esos que se van a librar de pagar impuestos teniendo patrimonios de más de un millón de euros.


Lo malo no es el mensaje que vomitan; es una tradición secular, muy de gente poco leída y que suele comunicarse a base de dibujitos y mensajes cortos, porque cualquier otro medio les viene largo. Gente que se ríe de nuestro acento pero que no tendría una gramática que echarse a la boca si no hubiera sido por el trabajo de un lebrijano. Gente repite bulos sin fundamento ni base, aparte de su cuñadismo y una preocupante carencia de comprensión lectora. Tradiciones son los borrachuelos, la Semana Santa, los huesos de santo, una soleá. Lo otro es ignorancia, supremacismo, andalufobia.

Lo peor es que los increpados desde las ventanas de ese colegio mayor, nosotros, les perdonamos y reimos sus gracias, los excusamos. Los abrazamos mientras nos recortan los gastos sociales, mientras aumentan las listas de esperas para ser asistidos por un especialista, mientras aumentan las ratios en las aulas. Los aplaudimos con fuerza, a la vez que favorecen la enseñanza y la sanidad privada, secan nuestras cuencas para darle de beber al césped de green del hoyo 12, venden nuestras ciudades al turista y expulsan al ciudadano.

Un año más, se abren las ventanas. Un grito se alza, unísono, rabioso: “Tiesos, salid de la madriguera. Coged las bandejas que alguien nos tiene que atender en la capea”.

 

 

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