Jerez, deben estar al tanto, aunque solo sea por la polémica suscitada desde Granada, aspira a convertirse en Capital Europea de la Cultura en el año 2031. Lo decidirá el Gobierno de España en 2025, que deberá elegir entre las propuestas presentadas por las ciudades candidatas; hasta ahora, junto a Jerez, la ya citada Granada, Burgos y Toledo. Tienen como referencia a las ciudades españolas que durante los últimos 35 años han ostentado la distinción: Madrid, Santiago de Compostela, Salamanca y San Sebastián. Pero también pueden ganar en perspectiva si se fijan en las ciudades seleccionadas hasta el año 2024: Rijeka (Croacia) y Galway (Irlanda) en 2020; Timisoara (Rumanía), Elefsina (Grecia) y Novi Sad (Serbia) en 2021; Kaunas (Lituania) y Esch (Luxemburgo) en 2022; Veszprém (Hungría) en 2023; y Tartu (Estonia), Bodø (Noruega) y Bad Ischl (Austria) en 2024. Si prestan atención, puede que les basten los dedos de una mano para contar las que conocen. Es un detalle importante, sobre todo para los que consideran que, de partida, Jerez no tiene nada que hacer frente a las otras aspirantes españolas, y mucho menos ante Granada y su Alhambra.
No es una cuestión de apriorismo, y mucho menos cabe caer en un improductivo localismo. Esta semana hemos podido escuchar los argumentos del alcalde de Granada para reivindicar la candidatura de su ciudad, y resultan tan evidentes los cinco años de ventaja que llevan en la preparación de su propuesta, como concluyentes sus apreciaciones en torno a los modos y aspiraciones de la ciudad del vino. Solo erra en una cuestión: falta a la legitimidad de Jerez a la hora de presentarse a la convocatoria con una idea que, aunque inconcreta y hasta algo etérea en las formas -empezó como una promesa electoral, pasó a aspiración y ha alcanzado la fase de logo, lema y apoyos de boquilla-, supone en el fondo una oportunidad que conviene aprovechar si de verdad existe el convencimiento de hacer las cosas bien y el empeño por aunar una voluntad tan amplia como unánime para un objetivo común que puede que no concluya en la concesión de la capitalidad, pero sí en la definición de eso que hemos dado en llamar en tantas ocasiones como “un modelo de ciudad”, basado en este caso en la alianza con el mundo de la Cultura. Si hemos decidido que sea capital de la cultura, que lo sea, pero que funcione.
Por eso mismo, lo peor que puede hacer Jerez en este momento es plantearse el reto como una competición contra las demás ciudades, ya que si ha de competir con alguien es solo consigo misma, con su presente y sus aspiraciones de futuro. Olvídense de Granada, Burgos y Toledo, y, en todo caso, si buscan un modelo, tengan presente el caso de Málaga, que no ha necesitado presentar candidatura para convertirse, de facto, en capital europea de la cultura de la mano de los museos, la transformación de su centro histórico, la apertura del muelle y las playas a la ciudad, el impulso en favor de los creadores locales y la apuesta por acontecimientos de enorme relevancia, como el Festival de Cine Español. Ha creado, como se dice ahora, su relato, que es lo que necesita esta ciudad, buenas y sugerentes ideas con las que dar forma a un discurso que ilusione, pero, más aún, realizable, y con la premisa de que no parte de la nada. Por tener tiene hasta un título potente, conocido en el mundo entero: Jerez; y subtítulos que apelan a las emociones: el vino, el flamenco y los caballos; y todos vinculados a su historia, a su pasado, a su cultura. Definitivamente, lo que la ciudad necesita es su propio “showrunner”.
Lo de la capitalidad europea, será o serón, aunque si se hace un buen trabajo tampoco lo descarten si nos atenemos a la filosofía bajo la que se concede: para “destacar la riqueza y la diversidad cultural de Europa, reafirmar los rasgos culturales que compartimos los europeos, aumentar el sentido de los ciudadanos europeos de pertenecer a un sustrato cultural común, impulsar la contribución de la cultura al desarrollo de las ciudades”, y, ojo, como “oportunidad excelente para rehabilitar las ciudades, potenciar su perfil internacional, realzar la imagen de la ciudad ante sus propios habitantes, insuflar nueva vitalidad en la cultura de la ciudad, e impulsar el turismo”: justo lo que necesita Jerez.